ALICANTE. Esta semana tenemos con nosotros en La Entrevista de Alicante Plaza a Carlos Rodríguez Braun (3 de diciembre de 1948, Buenos Aires). Es catedrático emérito de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad Complutense de Madrid, periodista y participa como analista en varios medios de comunicación. Es autor de 'El pensamiento de Millei: liberalismo contra estatismo' o 'La cultura de la libertad'.
Javier Milei decía en una conferencia en España en el instituto de Juan de Mariana, que las sociedades socialdemócratas como la española son envidiosas por antonomasia, ¿crees que de no tener ese carácter social las sociedades adolecerían menos de ese pecado?
(Risas) Siempre me llamó la atención eso de que España es una sociedad envidiosa, yo llevo cincuenta años aquí y no estoy seguro de esa peculiaridad, creo que debe ser una exageración más de la idiosincrasia española. La envidia es causa más de los estados modernos, que son creadores de una gran desmoralización, los culpables de querer lo que tiene el otro creo que son los llamados estados de bienestar.
¿Por qué crees que los estados del bienestar y los estados modernos son los culpables de esa envidia?
Más que generarla lo que hacen es justificarla. En un estado competitivo, el que gana una carrera de 100 metros no tiene ningún tipo de disputa o reproche. Los modernos estados del bienestar son sistemas que redistribuyen la renta, es decir, que reparten las victorias de la carrera, eso hace que yo esté legitimado para tener esa envidia. Hay un ensayo que publiqué hace años que se llama Estado social y envidia antisocial en el que se puede profundizar todavía más en este tema.
Varios Papas de la Iglesia Católica escribieron varias encíclicas criticando el liberalismo, ¿de dónde crees que procede esa manía persecutoria de la curia a este pensamiento económico?
Viene de una incomprensión mutua y de errores de los liberales del siglo XIX, que percibieron a la Iglesia Católica como un enemigo del liberalismo. Recordemos cómo apoyaron las desamortizaciones, como apoyaron quitar el monopolio de la educación a la Iglesia y traspasarla al Estado, es un caso de haber salido de Guatemala a Guatepeor. Sin embargo, cuando el Padre Sardá escribió El liberalismo es pecado se refiere al liberalismo continental, la corriente escocesa sin embargo no apoyaba esa hegemonía de la razón. Ha sido una relación espinosa entre la Iglesia y el liberalismo, llevamos siglos así y podemos seguir así otros tantos. Sin embargo, hay figuras como Juan de Mariana, que ponen de manifiesto la compatibilidad entre ser católico y ser liberal, tan solo hace falta estudiar la escolástica española para darse cuenta de ello.
Da la sensación de que hay cierta incomprensión con el liberalismo, ¿por qué no termina de calar el liberalismo en España?
Eso, fíjate, creo que hay que matizarlo, porque se repite mucho. España tiene una gran tradición liberal, de hecho Cervantes escribe en El Quijote que “la libertad es uno de los más preciosos dones que nos dieron los cielos”. Siempre hubo un calado liberal, una tradición que evidentemente quedó sumergida durante el franquismo. Cuando conocí a Garrigues Walter, que fue ministro con Suárez, decía que “los liberales en España cabemos en un taxi”. Ahora la cosa ha cambiado y los liberales tenemos cada vez más hueco en este país, como un servidor, que cada semana participa en diferentes medios de comunicación. Tenemos también referentes políticos como Isabel Díaz Ayuso.
¿La esencia del liberalismo es bajar impuestos o hay un árbol que tiene varias ramas?
Creo que tiene muchas ramas, de hecho creo que la económica no es la principal. En el liberalismo es mucho más importante la cuestión moral y política, que el respeto al prójimo. He escrito un ensayo que está en mi último libro, que se llama El liberalismo y los diez mandamientos, y explico que la religión católica tiene un gran calado liberal, y si te fijas en los mandatos divinos hay siete que tienen una gran preponderancia social que nos ordena el respeto al otro, el respeto a las instituciones. Esa es la clave del liberalismo.
El liberalismo es cierto que tiene un gran calado del humanismo cristiano, de respetar la dignidad del otro, ¿tú crees que si se llevasen a cabo unas políticas liberales habría más respeto al mundo laboral?
Recomiendo un libro que se llama La economía en una lección de Henry Hazlitt, y en este ensayo destaca que no sólo hay que ver los efectos más plausibles de las políticas sino también de los efectos secundarios. Hay ejemplos como el de empleadas del hogar, que el gobierno se comprometió a subirles el salario mínimo, ahora ha descendido la cotización de las trabajadoras del servicio doméstico y se han ido a la economía sumergida. No hay que ver la superficie de las medidas sino los efectos que estas tienen en millones de trabajadores.
Partiendo de la recomendación del libro de La economía en una lección, me hace gracia cuando se habla de la importancia en la educación de materias como filosofía e historia y se deja al margen a la economía, ¿habría que formar más a la ciudadanía en este campo? Muchos políticos además aprovechan de que el común de los mortales no controlamos la economía para engañarnos con los índices.
Creo que en España tenemos educación económica, lo que pasa que es bastante mala. Hace años cuando mis hijos me dijeron que estaban estudiando economía en el colegio, al leer los libros me di cuenta de que eran terroríficos. Cuidado con pedir más educación, hay que pedir que sea mejor. Sin embargo, la gente ha ido aprendiendo, ya no es tan fácil caer en la trampa de los políticos. Cuando dirigentes dicen que van a subir el gasto público y que lo van a pagar sólo los ricos, eso ya la gente no se lo cree, se da cuenta de que la están engañando. Cada vez un porcentaje mayor de la clase media trabajadora se da cuenta de que le han estado tomando el pelo. Cuando los políticos se den cuenta de eso tendrán más cuidado en tomar determinadas medidas económicas.
José María Aznar dijo que la crisis del 2008 vino porque la gente vivía por encima de sus posibilidades, y si que era llamativo ver cómo algunos se endeudaron e hipotecaron su primera vivienda para comprarse una en la playa. Determinadas voces auguran que se avecina una crisis, y si es cierto que se ven ciertos comportamientos que recuerdan a los de hace años, como la costumbre de pedir créditos al consumo para irse de vacaciones, ¿hemos aprendido la lección?
Creo que sí que hay un mayor aprendizaje, pero sí que no podemos echarle la culpa a la gente, porque cuando estalló la última crisis todo el mundo se dio cuenta de que había pisos en España que no se podían vender. Eso nace de una economía expansiva llevada a cabo por las autoridades monetarias, contagiaron esa euforia al consumidor. Eso explotó como consecuencia de que se incentivó a que los consumidores se endeudaron regalando créditos. Que no te extrañe que cuando estalle la próxima crisis los políticos le echen la culpa a la gente.
Siento envidia, de la que hablábamos al principio, de que Javier Millei aspire a que Argentina sea una potencia mundial y que aquí nos conformemos con que nuestra economía vaya a rebufo del turismo, ¿no sientes que hay mucho conformismo por parte de los dirigentes españoles?
Los gobernantes no han sido conformistas, al contrario, están con toda clase de planes para transformar el país, lo que no tengo claro es que sean ideas buenas. Nosotros teníamos una ministra que quería terminar con el diesel y ahora quieren terminar con el turismo. La economía es una cosa muy complicada, no son habas contadas, precisamente los comunistas se pensaron que podían organizarla y trajo millones de personas muertas de hambre. Los políticos tienen que limitarse a garantizar la libertad y el cumplimiento de la ley, no hay nada claro del turismo que necesita España o de la industria que se requiere. Es mucho mejor ser cauteloso que creer que saben y violentar el derecho de la propiedad privada y otras garantías fundamentales.