Hay algunas profesiones que a poco que te despistes un par de años o tres, te quedas fuera de la rueda y ya es muy difícil reengancharse. El periodismo es así y seguramente hay muchas más. De hecho, tengo amigos periodistas que dejaron su empleo en redacciones convencionales hace 13 o 15 años y ya han perdido la vez. El mundo este es ahora otro totalmente distinto.
No digo que el actual sea mejor o el de entonces. Es otro. Discutimos mucho sobre si se ha perdido la esencia del periodismo con la masiva existencia de gabinetes de comunicación, notas de prensa, audio y video, redes sociales, tiktok, equis, jota, ka.
Puede ser.
También me he encontrado con gente que me envía un cartel de una obra de teatro o algo así por un mensaje de Facebook a una cuenta genérica y considera que ya me tengo que dar por enterada de su información, y cuando le pido que me de algún detalle o me envíe un mail algo más formal con lo que quiere de mí con el envío de ese cartel, me increpa algo así como que “pensaba que éramos los periodistas los que teníamos que buscar la noticia”. ¡Ah mira¡ Tengo que estar disponible en todos los canales, por todas las vías y entender lo que me quieren decir. Cuidado no sea que se te caiga una uña por decirme “ hola, voy a hacer esta obra de teatro, ¿podrías hacernos una entrevista? A lo mejor me toca explicarle la diferencia entre noticia y publicidad. En fin, que el tiempo vuela y eso le ha pasado al periodismo.
Es posible el reciclaje. Sí. ¿Es fácil? No. La tecnología y otras formas de comunicación y de relacionarse ha irrumpido en este mundo en el que lo que nos dijeron en la universidad que era un titular o un lead ha acabado metido en una coctelera o mejor una turbina y le han dado tal meneo que ya no lo reconoce ni Mcluhan, Wolft o Wright.
En la política ha pasado algo parecido. Pero esto Francisco Camps no lo sabe.
Camps fue presidente de la Generalitat Valenciana desde 2003 a 2011 (no todo el mundo lo sabe que hay gente que nació hace unos días y no tienen por qué conocerle). Yo lo traté un pelín un poco antes, cuando fue conseller de Educación y venía a Elche a la UMH recién iniciada su andadura, él como conseller, ella como universidad.
Camps renunció a su cargo como President por los escándalos de corrupción en los que estaba inmerso su partido en aquellos años y él en concreto, por el “caso de los trajes” del que ahora ha quedado absuelto y alguno más. Creo que ha tenido que enfrentarse a 9 procesos y cinco imputaciones. Acaba de salir el último y es inocente según un tribunal y eso no tiene ninguna otra lectura. Lo es.
En su gira por los medios tras ese auto, que el propio Mazón ha recordado que no es firme, Camps ha debido advertir cambios en los medios y en el trato con los políticos y otras figuras mediáticas.
Esta semana sin embargo, tuvo un lapsus, o tres… y confundió À Punt, la Radio Televisión Pública Valenciana con el Canal 9 de su época. Ya saben, ese donde cada uno que entraba ponía “a su gente” incluso siendo del mismo partido. Ese Canal 9 que quemó a los buenos y engordó a los ambiciosos de poder y dinero… y sexo. Ese donde Zaplana ordenaba que nunca se le sacara del perfil izquierdo, (creo que por ego, no por política) y que cerró con una plantilla que rozaba los 1.700 trabajadores y la deuda era de más de 1.219 millones de euros. La audiencia no pasaba del 5%. El ERE se declaró después ilegal y poco a poco fuimos conociendo como incluso a través de este medio se pagaban hasta las “correrías reales”.
Afortunadamente, como decía al principio, todo ha cambiado en estos años y À Punt no tiene nada que ver con todo eso, ni el periodismo ni muchas cosas, pero Camps esta semana se despistó o no se dio cuenta y pensaba que estaba donde no estaba.
Seguramente fruto de ese despiste o de estar fuera de la rueda 15 años no sabía que no puede vetar preguntas ni periodistas y salir impune. Puede intentarlo, claro que sí, como quiere intentar volver a la política.
Pero otra cosa es que le dejen. Ni lo uno ni lo otro va a ser fácil. Y esta semana, cuando intentó callar primero y vetar después al periodista Bernardo Guzmán en una tertulia en À Punt, se dio de bruces con la nueva realidad. Primero, el propio conductor de la tertulia le advirtió que no podía, y segundo, el video de su intentona se hizo viral y en media hora lo habían visto por Instagram, web, tiktok, tierra mar y aire, más de un millón de usuarios. Es lo bueno de esas malditas redes sociales, que son capaces de lo mejor y lo peor. Lo mismo te hacen un fake que te muestran las verdades del barquero.