Alicante tiene muchas playas en su litoral. Una de ellas, la de San Juan, probablemente una de las mejores del mundo. Si la comparáramos con la de Copacabana de Río de Janeiro nada tendría que envidiar salvo la fama que se le da a aquella.
Entre las otras playas de la capital alicantina está la de la Albufereta. Así se llama porque allí había una albufera – como le conté con detalle en otra crónica en este periódico - que se desecó porque la culparon de ser foco de enfermedades. Una pena, un fenómeno de la naturaleza tan singular hecha desaparecer por el hombre. Hoy sería, seguro, lugar de admiración turística y medioambiental. Pero ya sabe que en Alicante no es la única maravilla que tuvimos y ya no tenemos.
Pues sí. Hace unos días estuve en la playa de la Albufereta. ¡Cuánto ha cambiado! Por vivir hace muchos años en el Complejo Vistahermosa fue una de las playas a las que íbamos en bicicleta en pandilla durante nuestra adolescencia. Muchas anécdotas tengo de aquellos años entre sus aguas. ¿Se acuerda de la enorme plataforma que estaba anclada en medio de la bahía? Desde allí salía el paracaídas arrastrado por una motora y hasta allí íbamos a nado desde la orilla de la playa con la consiguiente vuelta de la misma manera. Con aquellos años de juventud, todo era posible. No hacía falta ser un Michael Phelps.
Aquella playa de la Albufereta no es la que hoy conocemos. Hoy está más urbanizada, dando prioridad al peatón. Tiene de todo, servicio de socorrismo, bar, instalaciones infantiles de juegos, alquiler de kayak y tablas de sup, palmeras y, sobre todo, una orgullosa bandera azul por la calidad de sus aguas.
Es curioso ver postales antiguas con la incipiente playa en su evolución con sus casetas, pinos, escasos coches aparcados junto a la arena, exenta casi de torres y urbanizaciones cerca de la orilla. A principios del siglo XX se instalaron unas casetas en la playa. Poco después, un merendero… El turismo y el desarrollo urbanístico lo cambiaría todo.
El franquismo vio en el turismo una oportunidad de mejorar la economía junto con la entrada de divisas, y Alicante tenía un litoral extraordinario para desarrollar esas actividades, tirando de la urbanización de la zona y mejora de servicios. Y en ese desarrollo hubo un camping. Pero no uno cualquiera. Se llamó Camping Internacional de la Albufereta. Fue pionero, el primero de la provincia de Alicante. Abarcaba desde las vías del Trenet hasta la playa. Ahora le cuento.
Todo empezó el 13 de abril de 1955 cuando Juan Gerbert Jaegler solicitó al Ayuntamiento de Alicante la autorización para instalar un camping o campamento de turismo. El 1 de junio la Comisión Municipal Permanente autorizó el proyecto después de haberse elaborado los informes preliminares pertinentes. Ocuparía unos 50.000 metros cuadrados, se plantaron olivos y eucaliptos, y se instalaron conducciones de luz eléctrica, agua potable, casetas de duchas y servicios sanitarios, así como un pequeño edificio de planta baja para oficinas. Todo se puso en marcha para dar servicio a los turistas con este perfil aventurero en un momento de cada vez mayor interés por el turismo en España viniendo a nuestras costas turistas de todas las latitudes, además de españoles.
Pero el camping tenía un importante inconveniente que no se tuvo en cuenta. Años después de su inauguración, después de unas lluvias torrenciales, las aguas que recorrían el barranco o rambla de Juncaret en busca del mar por su camino natural, se llevó el camping por delante (1962). Pero esa es otra historia que quizá le cuente otro día.