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Cae Andreu Camps, 'responsable' de que el Hércules lo tuviera infinitamente más difícil en la 2020/21

21/09/2023 - 

ALICANTE. La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) anunciaba la tarde del miércoles que había adoptado la decisión de prescindir de los servicios de Andreu Camps, hasta ahora secretario general.

Como mano derecha de Luis Rubiales que era, Camps tenía las horas contadas en Las Rozas desde que las jugadoras de La Roja femenina dejaron meridianamente claro que la purga en la RFEF no podría agotarse con la salida del primero. 

A diferencia de otros clubes, el Hércules no pidió la dimisión de Rubiales y tampoco se manifestará ahora respecto a la salida de Andreu Camps, pero seguro que tampoco la ve mal... y es que el hasta este miércoles secretario general fue (junto al expresidente) responsable del 'Frankenstein de competición' en que se convirtió la extinta Segunda B en la temporada 2020/21 y, especialmente, que en el tramo final de la misma el primer equipo blanquiazul tuviera que enfrentarse a un esprint final de encuentros 'imposible': el conjunto que entonces entrenaba Manolo Díaz tuvo que disputar en 17 días los últimos 5 partidos del citado curso, encuentros en los que se jugaba la posibilidad de 'ascender' a la Primera Federación, seguir compitiendo en el tercer escalón del fútbol español y no 'descender' al cuarto. Todo por una sucesión de resoluciones federativas con las que primero se fueron aplazando sus envites ante La Nucía, Llagostera y Lleida al calor de (sorpresivos) positivos por Covid-19 (algunos de ellos puestos en entredicho abiertamente por terceros equipos, también desde Alicante) y luego desestimando las peticiones del club blanquiazul (y del Lleida) para que se retrasase una semana para ellos la finalización de la competición (a diferencia de lo que se hizo con otros equipos), obligando al Hércules a jugar dos finales en poco más de tres días (se midió con el Lleida una tarde de miércoles y con el Llagostera una mañana de domingo).

Esa temporada pasaron muchas más cosas en los despachos. El reparto de los equipos en subgrupos fue un insulto hacia los de la territorial valenciana, que se vieron agraviados con respecto a los de la catalana por partida doble: la composición numérica desigual de los mencionados subgrupos hizo que los conjuntos adscritos a la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana llegasen a la segunda fase (con menos puntos al haber jugado menos partidos) y que en esta fueran a remolque de los catalanes (a estos les valían siempre los empates en los duelos directos) que, además, descansaban dos jornadas (para compensar que había jugado más partido en la primera fase), afectándoles infinitamente menos los famosos aplazamientos del tramo final (casi siempre motivados por positivos en sus filas). Ahora bien, el Hércules también se vio perjudicado por hechos acontecidos dentro del terreno de juego como arbitrajes con errores groseros (el del encuentro en el estadio Rico Pérez con el Atlético Levante de la primera fase, por ejemplo) o poco diligentes (el del citado duelo final de los blanquiazules con el Llagostera).

Que el primer equipo blanquiazul pena en Segunda Federación por méritos propios es tan cierto como que en la 2020/21 le pusieron muchas zancadillas. Fue tan obsceno que probablemente por eso (y gracias al dinero de la Diputación de Alicante) la RFEF resolvió meses después que el Hércules tuviera la oportunidad de jugar como local el 'play-off' de ascenso, oportunidad que huelga decir que desaprovechó. Que siga la purga.

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