EN LA FRONTERA  / OPINIÓN

Brumas

2/01/2022 - 

El último día del año, es decir ayer, lo pasé en Tabarca: arrancaba la matiné en el puerto de Santa Pola repleta de brumas marinas. Boires. Con todo esto de lo del virus, propagándose exponencialmente y volviéndonos a todos medio locos, escaparse de la península, aunque sea por unas horas, es un todo un ejercicio zen. El mar es zen. Las brumas son zen y ofrecen una imagen insólita. Santa Pola no es Londres, pero lo parece por momentos. La naturaleza imita al arte, Oscar Wilde, del mismo modo que Juan Carlos de Manuel se imita a sí mismo: su hermano Rozalén, que pasa estos días en Santa Pola, me manda recuerdos por el face, en réplica a una foto en mi muro: comida (él) en Batiste. “Vives como un marqués”, le digo. El mar, la mar, estaba quieto, y tras la bruma explotó el sol, un activador natural de la serotonina que es la que nos regula los estados de ánimo. Desde Tabarca (sin la masa que la apabulla e inunda en los meses de verano), el mar es más mar. Los horizontes son más lejanos. La vida es más vida. El alioli del arroz a banda es también más alioli: Tabarca es más Tabarca, lo cual no deja de ser un privilegio. 

Con el tiempo, con la edad, he agudizado una especial fobia a todo lo que sea masivo. Puede ser un espacio: por ejemplo las grandes superficies. Las pocas veces que acudo me veo en la obligación de hacer un intenso entrenamiento mental previo (eso, o medio valium). Esta medio fobia me conduce irrevocablemente al comercio de proximidad, al que además tengo en alta estima. La medio fobia. Puede ser un evento. Puede ser una romería popular. Pueden ser las fiestas del pueblo. Puede ser un restaurante asiático lleno hasta la bandera. Tabarca en fin de año es un antídoto perfecto. Algunos amigos, o conocidos, confunden mi fobia a las masas como una suerte de elitismo. No. Es simple agobio: y del agobio circunstancial puedo pasar en instantes al agobio existencial, un tránsito agónico. Una pequeña muerte lenta aunque pasajera.

Leo estos días los balances habituales del año. Y se me empaña el cerebro en tanto en cuanto muchas de las cuestiones que han transitado en 2021 se repetirán como el ajo en 2022. El sumatorio de los importe de la última lista de defraudadores a Hacienda, 18.000 millones de euros, cortaría de cuajo los problemas financieros de la Generalitat Valenciana, pongo como ejemplo. Si a los 18.000 millones le sumamos el flujo que genera la economía sumergida, llegamos a los 250.000 millones de euros. Qué vértigo. Que bruma más negra y obscena. ¿Y no tendrá eso algún tipo de remedio? Porque aquí el único remedio que se atisba es el maná de los fondos europeos que lo mismo valen para un roto que para un descosido.

Observo que la Conselleria de Sanidad, presidida por Ana Barceló, contrata y descontrata a médicos y enfermeros de refuerzo en función de los picos de curva que provoca la Covid-19. Pero no observo un plan estructural de refuerzo del sistema público sanitario: un plan en toda regla. Las reversiones de los hospitales “modelo Alzira” (el último, Torrevieja) no pueden ser el único talismán que baraje la Administración para supuestamente mejorar el tema. Y como telón de fondo tenemos al público desbocado: de aplaudir a los sanitarios en los balcones a agredir verbalmente a los médicos de atención primaria (colapsada como está). ¿Solución? Recortar gasto superfluo y dignificar el sistema público, pata esencia del Estado del Bienestar. ¿Qué es gasto superfluo? Si empiezo, no acabo. Aquí lo que realmente importa para un sector del establishment es que Alicante tenga dos facultades de medicina, asunto que rebrotará este año que estrenamos. Con lo sencillo que es ampliar y mejorar la ya existente.

Pero lo que más me preocupa de este no-balance de 2021 es la violencia: internacional, nacional, regional y comarcal. Violencia. Álvaro Asencio, presidente del consejo de Estudiantes de la Universidad de Alicante “cagándose en la puta madre” de Ximo Puig. Que bruma más obscena, resumen de las mil y una brumas sucias de este no-año que acabamos de despedir. Las cloacas en la no-moción de censura de Murcia (Teodoro García Egea), los alaridos anti-fascista de Adriana Lastras por la bala de un enfermo mental, vecino de El Escorial, Roci-Hito impartiendo justicia anti-sexista en la televisión suplantando a los tribunales, diputados soltando memeces día sí y día también, jóvenes buitres abertzales erre que erre con los homenajes a etarras (van a beatificar a Otegui), mujeres asesinadas, obispos homófobos, avispas tóxicas, parados con la única perspectiva de más paro….Violencia cultural, violencia estructural: hay que releer a  Galtung.

La bruma de ayer en el puerto de Santa Pola devino en sol. El mar, la mar, devino en más mar. Tabarca se convirtió en más Tabarca. Los delitos se convirtieron en insignificantes.. Las masas aminoradas. El pensamiento crítico pende de un hilo….pero pende. El poder del perro ha sido la película del año. Bendita Jane Campion. Y Fragile ha sido la serie del año. Bendito Claude Desrosiers. Benditos también los lectores que han llegado hasta aquí. Bon Nadal.