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VALS PARA HORMIGAS / OPINIÓN

Bienvenidos al apocalipsis

9/11/2016 - 

Asómese a la ventana. Probablemente, no soy meteorólogo, podrá disfrutar del sol de otoño, con más luz que calor, rasgando alguna nube desorientada. Es el apocalipsis. Seguro que no se lo esperaba así. Ni tormenta de azufre ni horror vietnamita. Simplemente, el hormigueo de entrar en territorio desconocido. La sensación de contemplar la partida entre la muerte y Max Von Sydow sin tener más que conocimientos básicos de ajedrez. La destrucción, moral o física, del ser humano no es más que la meta del Juicio Final. El verdadero apocalipsis es el que nos toca vivir ahora. Es la incertidumbre. Es este cambio repentino del clima en el que hemos pasado de la camiseta al abrigo en dos tardes, mientras las naranjas aún están decoradas con el amarillo de uranio enriquecido del otoño. Asómese a la ventana. Disfrute del caos.

A estas horas, ya conocerá los resultados de las elecciones norteamericanas. Probablemente, no soy Nostradamus, se hayan resuelto por un ajustado margen. Si fuera por los que no votamos, es decir, el universo que no cabe entre las fronteras de México y Canadá, habría ganado Hillary Clinton como mal menor. Pero si sigue la tendencia del último año, habrá ganado Donald Trump. En Estados Unidos no tienen un ADN diferente al nuestro, el de quienes permitimos el Brexit y entregamos el Gobierno español a un partido que cree que los pactos se aplican en los asuntos en los que están de acuerdo todos los participantes activos de la legislación. Tampoco tienen un historial tranquilizador, ya que no han elegido a un presidente políticamente relevante desde Roosevelt. O quizá sí, pero le han atado las manos con una minoría en el Congreso. Es el crepúsculo de la Democracia. Como dijo el Perich, si veintinueve personas están equivocadas y una sola tiene razón, estamos jodidos. No se puede limitar el volumen de la voz del pueblo, pero sí que habría que exigir más de sus representantes. Sobre todo, más voluntad de acuerdo, para equilibrar las fuerzas. Más reconocimiento de los fracasos, también. Y más implicación con los que no han dado su voto a la mayoría.

Volvamos a la ventana. Seguirá el sol y hará frío. Puro limbo. El apocalipsis es así, una antesala frente a la puerta de lo desconocido. Probablemente, no soy politólogo, nos afectará más el voto de un campesino de Wisconsin que el del médico de l’Alqueria d’Asnar. Tendremos que acostumbrarnos a un nuevo orden mundial, gane Trump o gane Clinton. Tendremos que asistir a la mudanza británica, de retorno al hogar sin nada más que declarar en la aduana que el orgullo patriótico. Tendremos que soportar otra legislatura de imposiciones e indolencias en España. Mientras, podríamos aprender a jugar al ajedrez, esperar a la eclosión invernal del color de las naranjas o imponer la lenta digestión del consenso durante el festín de la democracia. Siempre creímos que acabaríamos sucumbiendo al apocalipsis bajo la ira de los fenómenos naturales. Y lo que hemos hecho ha sido acomodarnos en una esquina del caos. Probablemente, solo soy uno más, tendríamos que empezar a pensar en cómo se sale de aquí.

@Faroimpostor

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