SAN ISIDRO. Balas, proyectiles, insignias, pequeñas joyas, monedas y hasta tenedores. El trabajo de prospección que está realizando el equipo que forma el Proyecto del Campo de Concentración de Albatera (ubicado en término municipal de San Isidro) está siendo más que satisfactoria. Se trata de la cuarta campaña de prospecciones del terreno que se realiza en el campo de concentración. El hallazgo de este tipo de objetos es crucial para reconstruir la historia de una infraestructura de la que apenas queda nada. Quien visite el campo hoy en día no verá más que una vasta extensión de terreno, una llanura. En algunas parcelas, incluso, los cultivos han borrado cualquier rastro. Sin embargo, en el subsuelo aún quedan muchos elementos con lo que el equipo de arqueólogos que trabaja en el proyecto puede obtener datos muy valiosos.
Hasta ahora, se han prospectado cerca del 70% de las 14.000 hectáreas que forman el campo de concentración. El equipo geolocaliza cada una de las piezas que encuentra, y esto es importante porque "no solo tienen valor los objetos en sí, sino dónde se encuentran, señala Felipe Mejías, director del proyecto. "Estamos encontrando proyectiles de pistola y de fusil que aparecen en determinados lugares y no en otros. Eso indica dónde se están disparando esos proyectiles". Y es que, uno de los objetivos de proyecto, además de encontrar los barracones y otros elementos del campo de concentración, es localizar las fosas comunes donde se encuentran los restos de los prisioneros del campo. "Sabemos que moría gente a diario, porque tenemos testimonios de los prisioneros y de los propietarios de las parcelas que nos indican que con el tiempo, cultivándolas, han encontrado restos humanos: cráneos con pelo, huesos...", añade Mejías.
Esta cuarta campaña empezó el mes de septiembre con inspecciones y análisis del terreno. El trabajo de campo arrancó el pasado 23 de octubre y ha concluido esta semana, con la prospección de una parcela que se encuentra en el perímetro del campo de concentración, más allá de las vallas originales del campo. En concreto, se trata de la parcela que servía como entrada a las instalaciones. Se ubica junto a las vías del tren por las que llegaban buena parte de los prisioneros y los víveres para el campo, a escasos metros de la estación actual. En esa época no la había, el tren paraba en mitad de la vía para la carga y descarga de mercancías y personas. En este punto se han localizado multitud de monedas, insignias de trajes militares, pequeñas joyas y otros objetos de interés.
"Tras la guerra, mucha gente huye y busca salir del país. Cuando alguien huye, lo primero que coge es el dinero y las joyas. Esa gente finalmente acaba aquí, y aunque tuvieron que entregarlas a sus captores, muchos pudieron esconderlas o enterrarlas", señala Mejías. Ahora casi un siglo después, estos objetos van saliendo a la luz.
Las decenas de objetos recopilados en el campo de concentración son posteriormente analizados minuciosamente en el laboratorio. Allí se lavan, se limpian y se eliminan los restos adquiridos durante décadas de enterramiento. "Esto nos da muchos datos, al descubrirse inscripciones, fechas grabadas e incluso lugares de procedencia", señala el arqueólogo.
Es aquí donde cobra importante ese proceso de geolocalización. Cada pieza es un punto en un mapa geo-referenciado del recinto. El equipo realiza además un detallado archivo fotográfico de cada uno de ellos. De las piezas más destacadas se realiza, incluso, un escáner en tres dimensiones para tener una visión de 360 grados de estas piezas. Muchas de ellas están expuestas en el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ).
Este campo de concentración fue uno de los más importantes a nivel nacional y "conocido incluso a nivel internacional", explica Mejías. Lo creó el ejército de la República, como una cárcel al aire libre y, tras la guerra, se convirtió en campo de concentración del ejército de Franco. Por él pasaron, según las estimaciones, entre 12.000 y 16.000 personas. "Se trata de gente que es apresada y recluida sin un juicio justo, sin ninguna garantía. Muchos acaban muriendo de hambre, se les deja morir o son directamente asesinados, aunque la gran mayoría fue destinada a realizar trabajos forzosos, a la esclavitud", relata Mejías.
Gracias a una fotografía aérea de 1946, se sabe que la superficie de barracones ocupaba un perímetro de unos 200 metros. El Proyecto del Campo de Concentración de Albatera se inició en 2017, con la localización de las parcelas en las que se ubicaba. En 2020 comenzó el trabajo de campo. Un año después se realizó una excavación en la que se logró dar con los cimientos de uno de los muchos barracones con los que constaba esta instalación, con un tamaño de 20 metros de largo por 7 de ancho.
También se conserva un pequeño horno que, según creen los investigadores, formaba parte de un barracón mayor. En el barracón que logró localizar la investigación, se encontró también la arqueta del mismo, donde iban a parar los deshechos de todos los presos. Un material de gran valor arqueológico y que "hemos mandado a analizar, con la ayuda de una universidad alemana. Gracias estos restos podremos saber qué comían los presos, si habían semillas, patógenos inactivos, bacterias y otros parásitos". Una información que ayudará a reconstruir las condiciones de las personas que pasaron por estas instalaciones.
Las prospecciones que se están realizando actualmente son posibles gracias a una subvención de la extinta Conselleria de Calidad Democrática que el nuevo gobierno autonómico de PP y Vox ha eliminado. Por tanto, la continuidad de estos trabajos está en el aire, a expensas de la decisión del nuevo gobierno del Consell presidido por Carlos Mazón. El proyecto planteado por el anterior gobierno autonómico contemplaba la adquisición de al menos dos de las parcelas que integran el campo de concentración, ya que todo el terreno es privado. "Una de las líneas de trabajo que teníamos era convertirlo en un yacimiento arqueológico visitable de la Guerra Civil. No hay muchos en España", apunta Mejías. Esto incluía reconstruir las estructuras y espacios que en su día formaron el campo de concentración.
"Ahora todo está en el aire", reconoce, si bien "esperamos que el nuevo equipo de gobierno de la Generalitat continúe apostando por el proyecto y podamos seguir trabajando. Aún quedan al menos un par de años de trabajo de campo para poder prospectar el 100% del terreno de lo que fue el campo de concentración", añade. En lo que respecta a las parcelas cercanas, solo se ha prospectado del 30 al 40%.
Cuesta pensar que hace tan solo 80 años, lo que hoy pasaría por una simple zona de cultivos, albergó a más de 15.000 personas en uno de los episodios más oscuros de nuestra historia. Más de 14 hectáreas de las que fue borrado cualquier rastro visible de lo que ocurrió en ellas pero que es necesario, por memoria democrática, recuperar, poner en valor y mostrar lo que ocurrió con todos aquellos que pasaron por sus instalaciones.