La semana pasada aconteció un hecho que, aunque pudiera ser considerado como puntual, no deja de ser preocupante. En un Centro de Salud donde resido se produjo un altercado, consecuencia de las protestas de los pacientes que estaban esperando a que se les diera cita para las consultas de Atención Primaria. En ese momento de la mañana, el personal que estaba en el mostrador de citas era reducido debido a de que habían salido a disfrutar de su derecho a almorzar.
Esta situación, evidentemente, supuso ralentizar el proceso de citas, lo cual exasperó a parte de los pacientes, quienes manifestaron que tras haber esperado a ser atendidos en la consulta ahora tenían que esperar la cita. Exasperación que inmediatamente se tradujo en razonables protestas. Parte de los pacientes no vio con buenos ojos que el personal sanitario disfrutara de su derecho a almorzar mientras hubiera pacientes a la espera de recibir una cita. Tal fue el desasosiego y la actitud belicosa de algunos de ellos que se vieron en la necesidad de salir a pedir calma, llegando a personarse la policía nacional para poner orden.
Este hecho, que pudiera parecer anecdótico y aislado, ya fue avisado por la Vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) la Dra. María Fernández, quien se lamentaba de que “la gente ha bajado de los balcones y algunos están protestando porque quieren ser atendidos ya”.
En la misma línea se pronunciaba el recientemente creado Foro de Médicos de Atención Primaria de la Comunidad Valenciana (FOMAP-CV). A través de su portavoz, la Dra. María Ángeles Medina, que además es la presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria (SoVaMFiC), advertía de que "muchos de los aplausos a los sanitarios van a pasar a ser pitos el día que se levante la persiana al 100 % y los pacientes se vuelvan impacientes".
A quién hay que quejarse es a nuestros dirigentes que durante años han ido precarizando este servicio. Que pronto nos olvidamos de los aplausos. Es conocido que los españoles somos radicales en este sentido y nos solemos situar en los extremos. Tan pronto idealizamos y ponemos en un pedestal, como inmediatamente, ante la mínima desavenencia, pasan de héroes a villanos y los arrojamos al abismo.
A pesar de que es lícito y recomendable que se proteste, lo que no es de recibo es que se proteste contra los profesionales sanitarios en general y contra del personal de Atención Primaria. Durante esta pandemia han demostrado sobradamente su vocación, arriesgando sus propias vidas, siendo uno de los colectivos con más contagios y fallecimientos. “No es casualidad” señala la Dra. María Ángeles Medina, que el mayor porcentaje de sanitarios fallecidos sean de Atención Primaria. Se les ha exigido demasiado y a pesar de las carencias, han sido clave para detener esta pandemia.
Se está avisando por activa y por pasiva que la Atención Primaria va a ser fundamental en la “nueva normalidad”. Los rebrotes que se están produciendo, así como la previsible agudización para los meses de octubre, junto con la tradicional gripe, van a exigir mucho a la Atención Primaria. Sin embargo, el papel fundamental que jugará en el futuro, choca frontalmente con los recursos de que dispone. Es impensable que cumplan este papel consecuencia de los recursos insuficientes con que cuentan.
Tal y como afirmó la Dra. Medina en su comparecencia en el Grupo de Trabajo sobre Sanidad y Salud Pública del Congreso de los Diputados, a pesar de que la Administración se niega a reconocerlo, la Atención Primaria ha sido objeto de una continua precarización, llegado a su punto álgido con la pandemia en la que se ha puesto de manifiesto su abandono.
A pesar de que el Foro Económico Mundial situó al sistema sanitario español como el mejor del mundo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ponía el dedo en la llaga, al lamentarse de que de que la carga de trabajo actual de Atención Primaria en España era “irrazonable e insostenible”. Este organismo afirmaba que España era uno de los países donde sus médicos de Atención Primaria soportaban una de las peores situaciones. Y alertaba de que la reducción del 5% experimentada en su plantilla entre 2000 y 2017, “podría afectar a la calidad de la atención del paciente al ser inadecuada para satisfacer sus necesidades”. No en vano, España dedica el 23% del gasto en sanidad a la Atención Primaria, mientras que la media de la OCDE es de un 26%.
A este respecto, el FOMAP-CV se quejaba de “una falta de inversión histórica” en la Comunidad Valenciana. Si ya antes de la pandemia este servicio se encontraba infrafinanciado, contaba con entre un 11 y un 17% del presupuesto en sanidad, cuando debería ser entre un 22% y un 25%, ni pensar cómo podrá funcionar ante el previsible escenario que nos espera. Demandan el aumento plantillas con contratos de calidad, reducir el número de pacientes por médico de familia a 1.500 y agendas limitadas a 25 pacientes. Y, aunque la Consellería de Sanidad Universal y Salud Pública se ha comprometido a la contratación progresiva de 1.210 profesionales para la Atención Primaria, la portavoz de este nuevo foro asegura que todavía están esperando que se incorporen. Según la Federación de Asociaciones Defensa Sanidad Pública (FADSP), la Comunidad Valenciana es la cuarta comunidad con el mayor número de habitantes por médico de familia, 1.445.
Por el bien de los habitantes de la Comunidad Valenciana, es preciso una actuación inmediata de nuestros dirigentes para revertir este escenario antes de que, como se prevé, la situación sanitaria empeore. Si nos fijamos en los datos del Ministerio de Sanidad, en 2018 la comunidad ocupaba la undécima posición en gasto de Atención Primaria sobre el gasto sanitario total, con un 13,1%. Y, a pesar de que entre 2009 y 2018 es la cuarta comunidad que más ha aumentado el porcentaje de gasto público en servicios primarios de salud sobre el PIB, 0,42 puntos, ocupa una discreta undécima posición, con un 13,1%. También es de resaltar que, aunque es la tercera comunidad que en este período más ha aumentado el gasto público en servicios primarios de salud, un 9,77%, es la decimotercera en el gasto por habitante, con 185,45 euros.
Esta crisis sanitaria ha puesto en valor lo importante que es tener una sanidad pública eficiente y de calidad. Es uno de los pilares fundamentales del estado del bienestar. Por ello hay que dotarla de los recursos necesarios. A la vista del nada halagüeño futuro que nos espera, no cometamos el mismo error y no hagamos recaer su viabilidad en las vidas del personal sanitario.