Las arritmias son uno de los principales motivos de consulta al cardiólogo y constituyen la causa de más del 16 % de los ingresos hospitalarios, según la Sociedad Española de Cardiología.
Los datos de esta misma entidad estiman que en España casi un millón de personas padecen arritmias y que su prevalencia se sitúa en un 1% en la población, una cifra que alcanza el 4% a partir de los 40 años.
Esta alta incidencia y sus consecuencias potencialmente graves (insuficiencia cardíaca, embolias y deterioro cognitivo, entre otras) suponen un problema sanitario de primer orden, sobre todo si tenemos que en cuenta que las arritmias pueden duplicarse en los próximos 50 años debido al envejecimiento de la población y a la mayor presencia de enfermedades cardiovasculares.
Por otra parte, muchas arritmias son asintomáticas y no afectan a las actividades de la vida diaria. Sin embargo, otras veces esconden graves problemas de salud sin diagnosticar.
El funcionamiento del corazón se divide en dos fases: diástole, que es cuando el músculo cardíaco se relaja y la cavidad se llena de sangre; y sístole, que es cuando el músculo se contrae y expulsa la sangre al torrente circulatorio, manteniendo el flujo sanguíneo y la presión arterial.
Este proceso ocurre de manera regular y rítmica, gracias a un sistema eléctrico denominado sistema de excitación y conducción, algo así como un "marcapasos natural" que hace que los impulsos eléctricos generados por el corazón recorran varías rutas, provocando una contracción ordenada y coordinada de las diferentes partes que lo componen.
El problema es que, a veces, este sistema se altera, provocando trastornos en el ritmo cardíaco de manera crónica (es decir, permanente o recurrente) o paroxística (en ocasiones puntuales).
Estas alteraciones en la formación o en la propagación de impulso eléctrico dentro del corazón es lo que conocemos como arritmias.
Tal y como explica el Dr. Luis González, jefe de la Unidad de Cardiología de Quirónsalud Alicante, las arritmias tienen un origen diverso, aunque siempre asociado a los cambios en el tejido cardíaco.
"Pueden producirse por diferentes causas, como una anomalía congénita (se puede nacer con un “cable eléctrico extra” o vía accesoria), una enfermedad hereditaria, una degeneración del sistema eléctrico del corazón asociada a la edad, una cicatriz dentro del corazón tras haber padecido un infarto de miocardio, una infección o por sufrir hipertensión arterial, estrés o síndrome de apnea del sueño. En otras ocasiones, no se llega a encontrar la causa subyacente, que es lo que conocemos como arritmias idiopáticas".
En todos los casos, existe un factor desencadenante que provoca que los latidos sean irregulares. Estos episodios pueden ocurrir repentinamente, como resultado de un esfuerzo o del estrés, o asociarse a desequilibrios en la sangre, ingesta de algunas medicinas o problemas con las señales eléctricas en el corazón.
Respecto a los factores de riesgo, las arritmias son más habituales en personas con enfermedad de las arterias coronarias, problemas cardíacos y cirugía cardíaca previa, personas con tensión arterial alta, personas con problemas de tiroides y personas con desequilibrio electrolítico.
Identificar el tipo de arritmia es fundamental para establecer el tratamiento más adecuado en cada caso.
De forma general, las arritmias se clasifican en bradiarritmias (arritmias lentas) y taquiarritmias (arritmias rápidas), aunque también se consideran arritmias los latidos prematuros o extrasístoles.
"Si la alteración provoca que el impulso eléctrico se ralentice, estaremos ante las llamadas bradiarritmias y bloqueos cardíacos", añade el Dr. González. "Si, por el contrario, el impulso eléctrico se dispara a una frecuencia por encima de lo normal, estaremos ante las llamadas taquicardias, que, a su vez, pueden dividirse en aquellas que provienen de la parte alta de corazón y que son por lo general benignas (taquicardias supraventriculares) y en aquellas que provienen de la parte baja del corazón (taquicardias ventriculares) y que normalmente son más peligrosas".
Respecto a los síntomas de la arritmia, varían mucho en cada paciente.
"Hay personas que no notan ninguna manifestación clínica. En cambio, otros pacientes experimentan palpitaciones, sensaciones en el corazón de “tipo vuelco”, dolor torácico, falta de aire, pérdidas de conocimiento e incluso episodios de muerte súbita".
Lo mejor y más fisiológico, según Luis González, es "tener un pulso rítmico y normal en ritmo sinusal”.
Por eso, la presencia de síntomas de alteración siempre implica una consulta con el cardiólogo.
"Siempre que haya sensación de palpitaciones, es conveniente consultar con un médico para realizar un electrocardiograma y descartar una verdadera alteración en el ritmo cardíaco. Pero si, de entrada, existen pulsaciones muy elevadas asociadas a falta de aire o dolor torácico o pulsaciones bajas asociadas a mareo o pérdida de conocimiento, es indispensable consultar de forma preferente con un especialista en cardiología".
Normalmente, la herramienta utilizada para diagnosticar las arritmias es el electrocardiograma. Este diagnóstico se hace en dos fases: una para descartar la presencia de una cardiopatía estructural y otra para la caracterización específica del tipo de arritmia.
Respecto a los tratamientos, están directamente vinculados al tipo de arritmia y sus causas.
"En los casos de bradiarritmias, se puede tratar mediante el implante de un marcapasos. Para las taquicardias, dependiendo del tipo, se pueden emplear fármacos antiarrítmicos, así como la realización de un estudio electrofisiológico para resolver el origen de la taquicardia mediante la ablación del mecanismo subyacente que la provoca. Además, en los casos en los que las arritmias son potencialmente “malignas” y pueden conllevar riesgo de muerte súbita, hay que realizar el implante de un desfibrilador automático implantable", añade el jefe de la Unidad de Cardiología del hospital Quirónsalud Alicante.
Algunos de estos tratamientos son puntuales, mientras que otros deben mantenerse en el tiempo para garantizar la seguridad de los pacientes y aumentar al máximo su esperanza de vida.
En los casos de bradiarritmias severas mediante el implante de un marcapasos, gracias a ellos se puede llegar a conseguir que el paciente tenga una esperanza de vida normal para su edad.
Lo mismo ocurre en los casos de las taquicardias supraventriculares: la mayor parte de los pacientes pueden quedar curados mediante el estudio electrofisiológico y la ablación, y tener una vida completamente normal.
Quirónsalud Alicante dispone además con un programa de monitorización cardiaca remota que sirve para detectar, y así poder tratar de forma precoz, las arritmias de los pacientes con dispositivos de estimulación cardiaca como marcapasos, desfibriladores automáticos implantables y holter subcutáneos que permite diagnosticar y tratar de manera precoz al paciente con enfermedades cardiovasculares.
En todo caso, hay pacientes que desarrollan arritmias malignas y que, si no son tratados de forma adecuada (mediante el implante de desfibriladores automáticos implantables y ablaciones de sustratos complejos), pueden presentar una mortalidad muy elevada.
Aunque con efectos muy diversos según cada persona, la aparición de las arritmias puede condicionar nuestro día a día, vinculándose, en algunos casos, a algunas prácticas deportivas por el sobreesfuerzo realizado durante su práctica. Pero, ¿existe alguna relación entre arritmia y deporte?
Según el Dr. Luis González, esta posible vinculación depende del tipo de arritmia y del tipo de deporte e intensidad con la que se haga.
"Hay pacientes deportistas de élite que pueden presentar episodios sintomáticos de fibrilación auricular y que, mediante el estudio electrofisiológico con ablación, pueden mejorar y seguir compitiendo sin restricciones. Sin embargo, hay otros pacientes que, tras ser diagnosticados de una arritmia maligna por una enfermedad hereditaria, no pueden practicar deportes de competición por el riesgo que esto podría suponer para su vida".
Solicita más información en la Unidad de Cardiología de Quirónsalud Alicante