Todas las guerras son malas y aunque siempre hay un perdedor lo peor es la multitud de vidas humadas que son víctimas de la ambición de unos pocos. De esto, de la guerra de Cuba y España, y de muchas más cosas le voy a contar en las próximas líneas.
Pero antes de darle detalles, permitan una pincelada de lo que sucedió para que Cuba y España entraran otra vez en guerra. Esta se inició en 1895 y terminó en 1898 con la estimable ayuda de EEUU. El 24 de febrero de 1895 se sublevaron 35 poblaciones cubanas - de forma simultánea - lideradas por José Martí, después de varios años de conflictos de diversa consideración. En el Manifiesto de Monte Cristi (25 de marzo de 1895) se manifestaba que la guerra era contra el dominio español, no contra los españoles y contra España.
¿Qué papel juega Alicante en esta guerra tan lejana? Ahora se lo digo. Desde el puerto de Alicante partieron buques con soldados que iban a la guerra y otros que volvían de ese conflicto durante y después de la contienda. Y en algunos de ellos se embarcaron alicantinos de la provincia y de la capital.
No había un sentimiento bélico porque "el pueblo que agasajaba a los soldados, se oponía a la guerra", según nos cuenta el historiador Vicente Ramos en su "Historia de la provincia de Alicante y su capital". A esto se añadía que la ciudad, y la provincia, notenían grandes lazos sociales ni comerciales con Cuba por lo que elinterés no era mucho. Por esto, la contribución alicantina fue más económica que humana. Así, la Cámara de Comercio de Alicante lanzó a finales de 1896 una suscripción de Obligaciones – fiscalmente ventajosas – recaudando para la causa cinco millones de pesetas. Entre otros participaron Román Bono Guarner, el Barón de Mayals, Esquembre, Guardiola, Soto, Prytz, Guisot, …
Los soldados que partieron de Alicante estaban destinados en el regimiento de Infantería Princesa nº 4 con guarnición en Alcoy yen el castillo Santa Bárbara en la capital alicantina, y entre ellos había alicantinos de cuna. El primer batallón de este regimiento formado por dos jefes, 25 oficiales y 1.038 de tropa se embarcaron en el puerto de Alicante, en el vapor San Agustín, el 13 de febrero de 1896. Antes de embarcarse, pasaron revista a las tropas el Coronel Aguilera y el alcalde de Alicante José Forner Pascual de Póbil, Barón de Finestrat, acompañados de otras autoridades locales. A su vez, otras dos compañías del regimiento Princesa nº 4 salieron en el vapor Satrústegui desde el puerto de Cartagena el 6 de septiembre de 1896 con 10 oficiales y 438 de tropa y otra compañía desde el puerto de Valencia con el vapor San Ignacio el 28 de noviembre de1896 con 3 oficiales y 208 de tropa. También hubo alicantinos destinados en otras unidades militares que participaron en la guerra de Cuba, principalmente en el batallón Tetuán nº 45 de Paterna (Valencia), en el Alfonso XIII, nº 62 con sede permanente en Cuba, Otumba nº 49 de Castellón, o Almansa nº 28 de Barcelona, entre otros.
En aquella época el servicio militar era obligatorio. Pero algunos se libraron. Desde las Cortes de Cádiz se permitió la "exención por donativo", después llamado "redención en metálico". Se justificó esta medida por el coste del uniforme y de los ejércitos. Los exentos debían pagar 15.000 reales, no tenían que ser sustituidos, no podían superar la cantidad de 30 hombres cada mil y la exención era por tres años. A su vez, estaba la "sustitución" por lo que un sustituto realizaba el servicio militar mediante el pago de una determinada cantidad de dinero. Este servicio militar obligatorio se reguló por Ley en 1837 donde se incluía la redención y la sustitución. La redención para los destinados en la península ibérica se hacía con el pago de 2.000 pesetas que, desde 1882, se redujo a 1.500 pesetas. Durante la guerra de Cuba las redenciones aumentaron considerablemente. Estos privilegios fueron eliminados por la ley de reclutamiento de 1912.
Miguel Valle Canudo fue alistado con 19 años como quinto de reemplazo. Podía ser destinado en la península (12 años) o en las provincias de ultramar (4 años). De origen humilde fue uno de los que no pudo aprovecharse ni de la redención ni de la sustitución. Y pasó lo suyo en Cuba. Lo dejó escrito en unas memorias en el que cuenta su periplo en este conflicto armado. Su uniforme era una blusa y un pantalón azul listado, por calzado unas alpargatas de inspiración isleña, además de un morral, una manta, un sombrero y una bolsa de aseo. Diariamente el ejército le daba una ración de tocino, arroz o garbanzos, sal, vino, aguardiente, café, azúcar, pan y galleta. Valle Canudo afirma que los cubanos combatían por medio de guerrillas y evitando el enfrentamiento frontal si no les era favorable. En uno de sus pasajes cuenta que “me encontré en otro combate que fue en las inmediaciones de San José de las Lajas con partidas mandadas por los cabecillas Aguirre y Castillo. El combate duró poco porque se encontraba el enemigo en malas posiciones y se retiró sin hacer frente, dejando caballos y armamento”. No siempre fue así, también encontraron dificultades como cuando dice que “al llegar a las Lomas del Pan se atrincheraron e hicieron frente porque eran las posiciones más ventajosas. Allí tuvimos que sostener el fuego dos días y una noche hasta que llegó el Batallón de María Cristina para reforzarnos. Entonces conseguimos vencer al enemigo y desalojarlo de sus posiciones”.
La contienda se alargaba y se estancaba por lo que EEUU presionó al gobierno español para alcanzar un acuerdo de paz. Lo hubo. El gobierno de Sagasta concedió una autonomía plena a Cuba, aprobada en las Cortes el 22 noviembre 1897 a propuesta de Segismundo Moret, Ministro de las provincias de Ultramar; suscrita el 25 de noviembre por la Reina Regente María Cristina de Habsburgo en nombre de su hijo Alfonso XIII; fue publicado en la Gaceta de Madrid el 28 de noviembre y en la Gaceta de la Habana el 19 de diciembre de ese año. Este régimen autonómico entró en vigor el 1 de enero de 1898,jurando el nuevo gobierno insular ante el Gobernador Ramón Blanco. Su Presidente fue José María Gálvez Alonso, líder de los autonomistas cubanos. Se pacificó la zona, con cierta oposición de los que querían la independencia.
Las tensiones con EEUU continuaron. Estas se vieron agravadas con la filtración en la prensa norteamericana (9 de febrero de 1898) de una carta de Enrique Dupuy de Léme, Embajador de España en los EEUU enviada a Canalejas, Ministro de Asuntos Exteriores de España, en laque ridiculizaba al Presidente de EEUU William Mckinley. El hundimiento del acorazado Maine (15 de febrero de 1898) en la bahía de la Habana lo complicó todo. EEUU declaró la guerra a España (25 de abril de 1898) solicitando antes la venta o la rendición de la isla y la entrega de Cuba. Los españoles manifestaron que no habían tenido nada que ver con la explosión de ese buque norteamericano(hace unos años se demostró que efectivamente la explosión se produjo desde dentro del buque y no desde fuera con una mina como decían los norteamericanos) y no aceptaron la propuesta de EEUU. Los españoles de Cuba propusieron un acuerdo con los “rebeldes” cubanos para luchar juntos contra EEUU pero no lo aceptaron. España tenía claro que los intereses norteamericanos eran comerciales, como luego se vería, convirtiendo a Cuba en una colonia norteamericana y perdiendo los derechos que habían adquirido con la autonomía española.
La intervención norteamericana despertó un sentimiento patriótico en la ciudadanía alicantina de toda la provincia. Dicha declaración de guerra se hizo dos meses antes de las fiestas patronales de Alcoy por lo que el poeta Julio Puig Pérez aprovechó ese sentimiento patriótico para manifestar en un artículo en el Heraldo de Alcoy (23 de abril de 1898) que “San Jorge es el protector de nuestras armas, y lo mismo que libró a Alcoy del poder de la morisma, él salvará a España – los alcoyanos todos se lo pedimos hoy con ferviente ruego– en la lucha desigual a la que conducen sus malvados enemigos”. Por su parte, el periódico El Eco del Segura recogió el 27 de abril de 1898 la furia del Obispo de Orihuela Doctor Maura que dijo que “una nación de ayer, sin precedentes, sin historia ni abolengo, en cuyo improvisado escudo no campean otros timbres que los del vil metal y la fuerza bruta, faltando a todas las leyes de la dignidad y el decoro y contra toda justicia y razón, ha declarado la guerra ala noble y valerosa España”.
El autogobierno cubano seguía su curso. Entre el 24 y 28 de abril de1898 tuvieron lugar las elecciones por las que se constituyó el Parlamento con la victoria de los autonomistas cubanos con un 80 % de los votos. Pero la guerra hispano-americana impidió su desarrollo. El 3 de agosto se suspendieron las cámaras insulares y se disolvieron el 28 de octubre de 1898.
Al finalizar la guerra (con la firma del Tratado de París de 10 de diciembre de 1898) fueron repatriados desde Cuba casi 47.000 hombres del Ejército de tierra y de la Armada, cantidad que aumentaba a los que se habían repatriado antes por heridas, enfermedades u otras circunstancias: entre ellos Juan Chorro Mira, Vicente Ginés Ginés, Segundo Monge Grande, José Orozco Ibars, Antonio Pellicer Espinosa, José Planellas Ferré, Celestino Rubio Gregori, Francisco Santacruz Carratalá, Rafael Seguí Rivas, (de Alicante); y muchos más de estay otras localidades de la provincia, según el estudio “La provincia de Alicante en la guerra de Cuba (1895-1898)”, de los autores Enrique de Miguel Fernández-Carranza, Rafael Izquierdo Canosa y Francisco Javier Navarro Chueca. Llegaron a los puertos de Vigo, Valencia, Cartagena, Málaga, Cádiz, Santander, Barcelona y Alicante. A la capital alicantina vino el vapor M.L. Villaverde con el batallón Otumba nº 49 (19.12.1898). A Valencia arribó el regimiento Princesa nº 4 en el vapor Warra (23.1.1899). Y así fueron llegando todos a los puertos citados. Entre los alicantinos que regresaron a casa, había 100 soldados de Alcoy, 75 de Alicante,31 de Orihuela, 28 de Elche, 24 de Novelda…
En los años de esa guerra murieron unos 45.000 hombres de los 200.000 combatientes españoles, de los cuales el 93% fue por enfermedad y sólo el 7% por heridas recibidas en combate, según Alberto Lagén Coscojuela (“La guerra de Cuba (1895-1898”). Entre las enfermedades destacaba la fiebre amarilla (vómito negro) y enfermedades comunes como el paludismo y la tuberculosis. Los fallecidos alicantinos en esta guerra fueron 1.248, de los cuales 71 lo hicieron en combate o por sus heridas, los demás por enfermedades: 535 murieron a causa del vómito y 642 de enfermedades comunes. Los fallecidos en mayor proporción procedían de la Hoya de Alcoy y del Condado de Cocentaina y los que menor del Bajo y Medio Vinalopó, de la Vega Baja del Segura y del campo de Alicante.
Miguel Valle Canudo regresó a España. Embarcó en el vapor México el 26 de noviembre de 1897 y desembarcó en Barcelona el 11 de diciembre de ese año. Regresaba a casa. Termina sus memorias diciendo que “todo esto me ha sucedido con mis 24 años. Si así tengo que seguir, que me mate Dios este año”. En su pueblo se casó con Petra Miguel y tuvo tres hijos. Pero añoraba Cuba. Embarcó solo, para ir allí sin saber que no volvería nunca con los suyos. El aire caribeño le atrajo para siempre y allí quedó surcando esos mares de la memoria.