La crisis del coronavirus va a tener unas consecuencias incalculables a día de hoy. El objetivo prioritario es vencer a la pandemia y comenzar a aplanar la curva de los contagios y de los fallecidos, que se ha disparado esta semana. No sabemos cuándo llegará ese momento. Creo que alguien lo pueda adivinar. Pero paralelamente está el debate económico. La pandemia ha obligado a paralizar la economía del país. Esta semana que ahora hemos finalizado ha habido un debate interesante: hasta qué punto había que paralizar la economía del país. Sin embargo, ese debate ha decaído este sábado por la tarde con la intervención del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien ha anunciado medias más duras para el confinamiento y que suponen paralizar toda la economía del país a excepción de los sectores esenciales (fundamentalmente, el primario, la industria textil que trabaja para el sector sanitario y el farmacéutico).
Pero hasta el momento, hay que decir que se había producido un interesante debate entre algunos partidos, esencialmente, el PP, cuyos cargos públicos habían solicitado en reiteradas ocasiones la medida ahora adoptada, y las organizaciones empresariales, al menos de la Comunitat Valenciana, que reclamaban todo lo contrario. Y lo habían hecho con argumentos, creo que razonables, pero que la situación sanitaria actual, con las cifras más elevadas de fallecidos, no permite. O mejor dicho, que para lograr doblar la curva de contagios es necesario adoptar el confinamiento casi total.
Durante estos días hemos oído que para una mejor recuperación sería (o hubiera sido) deseable que la economía no se detuviera del todo, y de aquí se permitiera a industria y construcción, fundamentalmente, mantener la actividad para que el arranque posterior no fuera tan traumático. "Es mejor tener un motor al ralentí que paralizado", oí defender a uno de los principales dirigentes empresariales de la Comunitat. Este debate, que se ha producido en el seno del Consejo de Ministros, también se produjo en el Gobierno valenciano. El president Ximo Puig se mostró el pasado domingo partidario de al menos paralizar las obras y sólo mantener las esenciales, siempre y cuando se cumplieran las medidas de seguridad sanitaria. Pero durante toda esta semana varios consellers y los representantes de la CEV se dedicaron a convencer al president de que había que mantener las condiciones de actividades permitidas en el decreto de Declaración del Estado de Alarma. Este sábado se ha venido todo abajo.