A Toni Carrillo le entra la risa cuando escucha la pregunta de si los guitarristas son los flipados de los grupos. “No lo sé. Lo que sí sé es que los bajistas son los que más reciben. Todas las bromas son contra ellos”. Él es un músico de 29 años que se está labrando un camino. Su reputación crece cada año mientras avanza por varios frentes: pop, indie, jazz… Su prioridad, ahora mismo, es tocar junto a Mikel Izal en una gira que ya está en marcha, pero la vida se apresura a amarrarle los pies en el suelo porque días después de tocar en un festival ante 20.000 personas le espera una boda con 200 invitados beodos.
La conversación con Toni Carrillo es un tanto caótica. El joven guitarrista tiene una memoria espantosa y a cada poco se interrumpe porque no logra recordar algún dato. No sigue un orden y salta de un asunto a otro de forma aleatoria. Toni parece uno de esos genios despistados que solo se centran cuando están en lo suyo, y lo suyo es tocar la guitarra como un virtuoso a la sombra de Mikel Izal, un conocido cantante de rock navarro que soltó su banda, Izal, después de haber alcanzado el éxito, para iniciar en 2022 su carrera en solitario con nuevos músicos. Y ahí entraron los dedos ágiles de Toni Carrillo, que ahora tiene 29 años.
Toni vive en Madrid. Allí se cuece todo y allí que se fue hace dos años, para vivir con su novia en un piso de Carabanchel, territorio del mítico Rosendo Mercado y antros como el Gruta 77. La joven espera sentada pacientemente en la parada del autobús a que su chico acabe la entrevista. Han pasado unos días en València, aprovechando la Navidad, pero al día siguiente Toni tiene un ‘bolo’ en Almería y después vuelven a Madrid, a Vista Alegre.