VALÈNCIA. Tres de tres. Las tres últimas miniseries de Lewis Arnold son competentes. Hablamos de Des sobre un asesino que actuaba llevado por su oposición a la Inglaterra de Thatcher, Time sobre un hombre de mediana edad que va a la cárcel por conducir ebrio y tiene que sobrevivir en ese entorno hostil, y ahora le ha tocado a Sherwood, estrenada en la BBC, con una premisa mucho más original que las dos anteriores.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la mini-serie se trata de un circo de tres pistas más que un complejo mosaico social. Coinciden dos asesinos en un mismo pueblo y seguir ambas tramas, junto con la evolución del protagonista, el detective del lugar, es pura diversión. Como elemento secundario, tenemos una población dividida entre esquiroles y huelguistas. Un conflicto desencadenado en la era Thatcher, cuando cerraron las minas, pero que todavía colea entre los naturales. Cuando van al bar, se todavía se siguen insultando por lo sucedido aquellos días.
La idea de James Graham, el autor del guión y nacido en el lugar, es dar a entender que la conflictividad laboral de los años ochenta fue provocada. El objetivo era derrotar a los sindicatos para poder aprobar medidas neoliberales en la economía, para ello, el Gobierno se sirvió de agentes secretos que espiaban y caldeaban los ánimos, lo que aquí se ha conocido recientemente no sin polémica como "infiltrados". Estos asuntos todavía colean en Inglaterra. Por ejemplo, la información policial de la famosa batalla de Ogreave, en el condado vecino de South Yorkshire, está clasificada hasta 2066.