VALÈNCIA. Los clásicos tienen tantas vidas como lectores y tantas interpretaciones como ojos que los contemplan. Trasladar estas historias del papel a los nuevos escenarios supone un ejercicio de riesgo, en la que se hace necesaria una lectura inédita sobre relato ya conocidos, una reimaginación en la que es clave la mirada del autor. Directores como Roberto Hoyo, Borja López y Gustavo Ramírez son algunos de los que han apostado por jugar encima del escenario con estos textos, dando una nueva vida a las palabras clásicas aportando nuevas terminologías y voces con las que contar una historia que todavía tiene mucho jugo que exprimir. Todo ello, claro, respetando la esencia que existe en el texto y que les mueve a querer darle una nueva vida a través de sus actores y bailarines. Al escenario se “suben”, entre los grandes autores, Lorca, Shakespeare, Gorki y el autor misterioso del Lazarillo de Tormes, en un viaje literario que recorre un abanico de más de cinco siglos que pasa por el filtro del siglo XXI, en el que nuevas y viajas palabras se dan la mano, coquetean y se intercambian para, en definitiva, mantener un espíritu que supera los tiempos. El pasado y el futuro, más cerca que nunca.
Echarle After·Sun a los Veraneantes de Maksim Gorki
El dramaturgo y director Borja López se enamoró del texto de Gorki cuando era joven, un relato atravesado por el debate existencialista y su discurso sobre el paso del tiempo y la juventud. A través de After·Sun adapta todos aquellos aspectos intrínsecos en la convivencia y el ser humano que siguen sucediendo más de un siglo después de que la obra de Gorki viera la luz: “Trata cuestiones sencillas de adaptar. Cuando se habla de textos y autores universales es justo porque se plantean cosas que van intrínsecas en el ser humano”, aclara el director.
Suprimiendo en cierto modo la presencia de Gorki, y rescatando solo la esencia, se conforma un nuevo relato en el que poder rescatar lo que realmente cala: el sentimiento humano. “Por lenguaje escénico queríamos darle una vuelta a huir del lenguaje en bucle, ver qué ocurre cuando las palabras dejan de tener sentido e imaginar el final desde otro nuevo lugar”. Comerse el texto original supone construir algo nuevo, que la gente que pueda conocer el texto puede ver un giro llamativo e interesante: “Hemos ido más allá de la adaptación contemporánea, hemos transgredido un poco con el texto”.