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Planificar el planeta futuro, 'La terraformación' de Benjamin Bratton

MURCIA. Mamuts. Mamuts en pie de nuevo, caminando pesados y antediluvianos en la República de Sajá en Siberia, en el Parque del Pleistoceno de Sergei y Nikita Zimov gracias a la tecnología de la biología sintética. No es el guion de una nueva película sobre aventuras científicas que salen mal, ni tampoco el argumento de una novela distópica: es una idea no tan descabellada como pudiera parecer. De hecho, hay quien se lo está planteando muy en serio. ¿Que qué ganamos resucitando a los extintos mamuts? Uno de los protagonistas de Prometheus se lo explica con asombrosa sencillez al androide Fassbender y a quien quiera oírlo: los humanos hacemos lo que hacemos porque podemos hacerlo. O dicho de otra manera: si algo puede hacerse, se hará. Si adquirimos la capacidad de traer a la vida de nuevo especies de eras pretéritas, tendremos parques jurásicos. Si somos capaces de poner a un mamut a comer hierba en la Rusia del siglo XXI, más nos vale ir comprando con antelación las entradas para verlos, porque habrá cola.

Sin embargo, el turismo no es el motivo que se aduce para poner en marcha esta gesta: la idea es que la reintroducción de mamuts pueda ser beneficiosa para contener el rápido deterioro del permafrost, el suelo congelado que cubre enormes extensiones septentrionales de terreno, y bajo el cual se encuentran almacenadas cantidades igualmente enormes de gases de efecto invernadero, que de liberarse por culpa del cambio climático, acelerarían dicho cambio en lo que se conoce como un bucle de retroalimentación positiva

Sea como sea, este ejemplo sirve para ilustrar una idea ambiciosa y arriesgada que ya hemos puesto en práctica a menor escala con resultados que han ido del desastre al éxito: el ser humano ha cambiado el ecosistema Tierra a fuerza de actuar sin pensar y sin preocuparse por las consecuencias; ahora el daño está hecho y de nada servirá limitarnos a frenar. En caso de que consiguiésemos cumplir algunos de los objetivos que nos hemos marcado —cosa harto improbable—, eso ni detendrá del todo ni mucho menos revertirá el proceso antropogénico en el que ya estamos inmersos y que previsiblemente nos podrá en serios apuros más pronto que tarde. Lo que hay que hacer no es parar, sino intervenir a nivel global, a lo grande. Hay que planificar el planeta que podrá seguir albergándonos, o lo perderemos. Hay que terraformar la Tierra.

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