CASTELLÓ. A principios de los 80 en España se produjo una revolución en el mundo de los videojuegos. La empresa Indescomp lanza al mercado La Pulga, un juego que inmediatamente se convierte en un éxito internacional. Era la época de los microordenadores de 8 bits como ZX Spectrum, Amstrad CPC, MSX y Commodore 64. Un momento de ebullición en el videojuego que en España tuvo un especial acento a nivel de creación de los mismos.
Aquellos años que comprenden desde el principio de los 80 hasta principios de los 90, aproximadamente una década, fueron clave en el desarrollo de videojuegos en España y cómo estos trascendieron nuestras fronteras. La aparición de empresas dedicadas a este sector como Opera Soft, Zigurat, Topo Soft, Made in Spain y sobre todo, Dinamic Software generaron un negocio dentro y fuera del país que lanzó decenas de juegos, descubrió a muchos programadores y situó en el mapa a España como una desarrolladora de videojuegos a nivel internacional. Pasamos de no existir a ser dinamizadores en cierta medida el sector.
Como ya he dicho, entre todas esas compañías productoras de videojuegos destacó una, Dinamic. La empresa capitaneada por los hermanos Pablo, Nacho y Víctor Ruíz fue esencial hacer crecer el negocio. Un negocio inexistente hasta ese momento. Videojuegos como Fernando Martín Basket Master (1987) impulsaron las ventas y Dinamic se transformó en la empresa más importante de la industria. Entre todos esos juegos, llegó uno que sigue en el imaginario de los jugadores. Una cinta que obtuvo bastante éxito y que fue creada por un chaval de 15 años de Castelló en su habitación. Phantomas salió a la venta en 1986 por Dinamic. Situada la acción en el planeta Earth-Gamma y con 67 estancias, el juego funcionó muy bien en ventas. Enric Cervera era ese adolescente que se lanzó a crear un videojuego en el lenguaje máquina desde su casa.
Sin embargo, Phantomas no fue lo primero que Cervera programó, se fogueó antes con otro juego hasta atreverse a dar el paso. “Hice un juego para el Batalla Naval, juego de dos barcos para jugar contra la máquina y lo publiqué en una revista de la época”, recuerda. “Para jugar contra el ordenador en el ZX81. Lo publiqué en la revista ZX en el 84, y te daban cinco mil pelas de premio. Imagínate en los 80 cinco mil pesetas, un premiazo”
Y con esa experiencia y controlando más el lenguaje máquina, Enric decidió dar un paso más, complicar un poco más el juego, crear algo más grande, siempre dentro de sus posibilidades. “El juego no era tan profesional, era de aficionado – comenta - yo ya había aprendido el lenguaje máquina, que es mucho más rápido que el Basic que utilizaba al principio.
“Entonces inspirándome en juegos que me gustaban de aquella época hice uno ambientado en una historia, no muy original, pero bueno: un ladrón que tiene que explorar en una mansión, buscar una caja fuerte, un tesoro, hay trampas, poniéndole un toquecillo con una pantalla con una bola, otra con un cohete, otra con un helicóptero, aun así no quedaba como los juegos comerciales que estaban mucho mejor acabados. Sobre todo la parte gráfica, a mí me gustaba programar pero lo de dibujar no se me daba tan bien”, apunta.