CASTELLÓ. Pau Arenós (Vila-real, 1966) es una de las voces más autorizadas dentro del periodismo gastronómico estatal. Hace 20 años que recibió el Premio Nacional de Gastronomía, un reconocimiento que ya lo dice todo. Pero si alguien necesita más currículum para verificar cuan importante es aquello que escribe Arenós, ahí están algunas de sus distinciones: Excelencia Gastronómica de la Academia Internacional de Gastronomía (2008), Profesional del Año de la Acadèmia Catalana de Gastronomia (2011), el Internacional Pau Albornà (2014) o el especial de la Acadèmia Catalana de Gastronomia (2018). Ha publicado novelas, ensayos, libros sobre periodismo y sobre cocina, y ahora Las pequeñas alegrías (colección Debate, Penguin Random House).
Esta nueva obra, de formato pequeño, y que recoge capítulos breves donde homenajea "esos placeres discretos y cotidianos que hacen la vida más llevadera", guarda para el lector la sorpresa del reencuentro del autor con Vila-real, la ciudad en la que nació y se crio y con la que apenas mantiene vínculos en la actualidad. Por eso mismo resulta imprescindible recorrer junto a él la nostalgia con la que -seguramente de forma no intencionada- rememora sus calles, el cine, la piscina de la Ermita o los huertos de naranjos.
-Las pequeñas alegrías es, quizá, tu libro más inclasificable de entre la veintena de obras que llevas publicadas.
-Entre las obras que he escrito se puede encontrar de todo. Desde las novelas hasta los libros de gastronomía pasando por los periodísticos. No tengo un plan; voy publicando según sale. Las pequeñas alegrías es un trabajo muy oportuno para la pequeña colección de ensayos de Debate. Ahí recojo una serie de cuestiones que me hacen feliz y que pueden hacer felices a muchas otras personas. En este libro hablo de cosas mías que son extrapolables a gente muy diferente y de distintas generaciones. Se han sentido identificados con algunos de los asuntos que trato lectores que tienen diez años menos que yo y lectores que tienen diez años más que yo.
-Precisamente la edad es algo que está muy presente en todo el libro.
-En septiembre cumpliré 58 años, y a menos que vaya a vivir más de cien, tengo más vida pasada que futura. A mi edad los recuerdos o la rememoración de lo que pasó está muy presente. El presente se construye con trozos del pasado, y cuando abordo la felicidad me voy necesariamente a la infancia o juventud, que es cuando uno es más feliz. Es un momento en el que todo está por hacer, por vivir, por descubrir. Es una época en la que tienes muy poca responsabilidad en la vida.
-En verdad hablas mucho de la infancia en Las pequeñas alegrías...
-Si, porque cuando empiezas a rememorar lo que pretendes es como congelar en el tiempo muchos de esos momentos que pertenecen a la infancia, salvo que hayas tenido algún tipo de trauma o desgracia. Como todo lo idealizamos, esos momentos se conservan de una manera muy mágica. Cuando eres pequeño los responsables de todo son los padres. Cuando eres padre todo cambia porque eres responsable de tus hijos pero también de alguna manera de los padres. Ese momento sí es complicado.
"cuando escribo nunca sé muy bien por dónde voy, Pero la cabeza al final acaba ordenándolo todo"
-No sé si cuando te planteabas la escritura de este libro ya sabías que ibas a hacer tanta mención a tu familia.
-No, porque no tengo un plan cuando me pongo a redactar. Hay autores que escriben una novela con una planificación increíble. Preparan fichas, estructuran personajes y analizan su desarrollo. Yo no. Tengo una idea y la voy construyendo a medida que redacto. Hay momentos de reflexión para estudiar por dónde vas, evidentemente; no es un barco a la deriva. Y en este libro pasó lo mismo. Me di cuenta de que todo estaba conectado y que todos los textos contaban con una cierta relación cuando el libro estuvo acabado. Anoté ideas que quería abordar y las enuncié, pero no todas están desarrolladas en el trabajo final. Algunas se quedaron por el camino. Por eso nunca sé muy bien por dónde voy. Pero la cabeza al final acaba ordenándolo todo. Los capítulos son muy distintos pero tienen una unidad, que no es otra que la memoria y el paso del tiempo.
-En el libro ensalzas esos momentos de felicidad que tenemos en nuestro día a día pero la obra está impregnada de nostalgia. ¿No es una contradicción?
-La nostalgia está presente en un libro en el que se habla de las pequeñas alegrías porque esos momentos de felicidad fueron buenos momentos. La nostalgia sin conciencia es una cosa de llorar, pero aquí ese tiempo pasado fue muy bueno. Yo lo pasé fantásticamente bien, pero espero que el futuro sea a su vez bueno y lleno de momentos memorables. Ahora ha pasado el tiempo suficiente para que todos los pecados que se cometieron estén perdonados y se pueda hablar de ello. Es como cuando se escribe una biografía. ¿En qué momento la escribes? En un libro de esas características todo lo que escribes ha de ser verdad, si o si, porque la biografía es una acto de honestidad. Casi todos los protagonistas han de estar muertos o acabarás con todo el mundo de muy mal rollo y enfrentado. Necesitas el paso del tiempo para tener poca vergüenza. Y eso es muy complicado.