La Cámara de Comercio de Orihuela ha recuperado la Noche de la Economía Oriolana, un evento que reconoce la trayectoria de empresas de la comarca y busca reforzar el tejido productivo de la Vega Baja. Su presidente, Mario Martínez, repasa en esta entrevista la situación económica de la zona, las carencias estructurales y la falta de influencia política que, a su juicio, frena el desarrollo del territorio.
—La Cámara de Comercio de Orihuela ha recuperado la “Noche de la Economía Oriolana”. ¿Por qué es importante dar visibilidad a las empresas locales?
En los años ochenta ya se celebraban premios a la economía y a las empresas, impulsados por Antonio Sánchez. Al llegar al cargo vimos que otras cámaras provinciales, como las de Alicante o Castellón, mantenían esa tradición y decidimos retomarla. Es un modelo importante porque reconoce el esfuerzo y la constancia de los empresarios de la comarca, que son una pieza clave en el estado del bienestar y en la economía social de mercado. En España se premia poco al empresario, cuando en realidad es quien crea empleo y sostiene gran parte de nuestro sistema.
—¿Cuál es la radiografía del tejido empresarial de Orihuela y la Vega Baja?
No se puede hablar de Orihuela sin hablar de la comarca. Las empresas están interconectadas: las de Orihuela tienen actividad en la costa, las de Almoradí operan en Orihuela y las de Benidorm lo hacen en Orihuela Costa. La Vega Baja tiene medio millón de habitantes, siendo la tercera comarca de la Comunitat Valenciana en población y PIB. Su economía vive un momento positivo gracias a dos pilares: la construcción ligada al turismo residencial del norte de Europa y el sector agroalimentario, del que somos líderes autonómicos y referentes europeos.
—El agua sigue siendo un problema estructural. ¿Cómo lo afrontan los empresarios?
El trasvase Tajo-Segura es fundamental. No hay un problema de agua en España, hay un problema de gestión. La Vega Baja es un ejemplo mundial de administración, depuración y reutilización del agua, comparable solo con Israel y Singapur. Aquí reciclamos cerca del 90 % del agua residual, mientras que la Comunidad de Madrid apenas alcanza el 28 %. Sin embargo, nuestra comarca y provincia tienen poca influencia política en Madrid y Valencia, y eso se nota cada vez que se cuestiona el trasvase.
—¿Falta una estrategia comarcal común en la Vega Baja?
Sí. En 2019 la Cámara fue la única institución que logró reunir a los 27 alcaldes de la comarca tras la DANA. Allí se evidenció la necesidad de ir juntos, de compartir servicios y de avanzar hacia un modelo de área metropolitana. Desde la Cámara siempre hemos querido ser un espacio neutral, políticamente independiente, donde los alcaldes puedan sentarse a hablar de la comarca en su conjunto, no de su municipio. Si trabajáramos bajo una visión común, nos iría mucho mejor.
—Ha mencionado varias veces la falta de influencia en Valencia. ¿Por qué ocurre y cómo se puede revertir?
Porque históricamente no hemos tenido la representación política que nos corresponde. La Vega Baja tiene la misma población que la provincia de Castellón, pero ni de lejos la misma dotación presupuestaria. En sanidad, infraestructuras o educación siempre estamos a la cola. La solución pasa por tener liderazgo político. El próximo presidente de la Generalitat debería ser de la Vega Baja. Está demostrado que el origen territorial de quienes gobiernan influye directamente en la inversión que recibe su zona.
—El presidente de la Generalitat suele hacer guiños a la Vega Baja. ¿Se traduce en hechos?
De palabras estamos cansados. Lo que necesitamos son hechos. Entiendo las limitaciones presupuestarias y las prioridades, pero no puede ser que, siendo la tercera comarca en población y una de las que más recauda, seamos de las peor financiadas. Queremos realidades, no promesas.
—Seis años después de la DANA de 2019, la comarca sigue sin recuperarse del todo. ¿Qué ha pasado con el plan Vega Renace?
Fue un plan magnífico, elaborado durante dos años con la participación de administraciones locales, asociaciones empresariales y la sociedad civil. Recogía cien actuaciones en materia hídrica, sanitaria, educativa, de comunicaciones y de mancomunación de servicios. Era un documento técnico y consensuado que ofrecía una hoja de ruta para las próximas décadas. No entiendo por qué se paralizó ni por qué se cambió el nombre. Fue un error abandonar un trabajo que pagamos todos los valencianos. Si se hubiera seguido aplicando, hoy estaríamos mejor preparados para futuras danas, que seguirán llegando.
—Parte del territorio está en zona inundable, lo que frena proyectos empresariales. ¿Es una excusa o una realidad?
En Valencia hay técnicos que nunca han pisado la Vega Baja, y eso es un problema. Se toman decisiones a más de dos horas de distancia sin conocer el terreno, lo que genera perjuicios económicos. Invito a quienes bloquean proyectos a venir, conocer el territorio y comprobar su realidad. No se puede decidir desde un despacho en Valencia lo que afecta directamente a nuestra economía local.
—¿En qué punto está el proyecto del parque empresarial de Orihuela?
La situación es muy preocupante. Hoy mismo hemos sabido que el Ayuntamiento ha perdido una subvención del IVACE para invertir en el polígono Puente Alto, una más de las muchas ayudas y fondos europeos desaprovechados esta legislatura. Eso demuestra incapacidad e inacción. Orihuela no verá el nuevo parque empresarial en este mandato, ni la ciudad deportiva ni otros grandes proyectos. Y lo digo con claridad: nunca he visto una gestión tan pésima en Orihuela. Lo repito porque es la realidad. No se trata de ideología, sino de hechos. Cada semana leo titulares negativos: subvenciones perdidas, inversiones que no llegan, empresas que se marchan. No hay una sola noticia positiva. Es desolador.
—¿Por qué se ha llegado a esta situación?
Porque no se ha hecho absolutamente nada. Ni una sola acción relevante en esta legislatura. En el año 2000, Orihuela era la quinta ciudad comercial de la Comunitat Valenciana. Hoy estamos por debajo del puesto 50. La capitalidad comarcal se ha perdido. La ciudad se ha convertido en un lugar donde las trabas administrativas alejan la inversión. Mientras tanto, otras localidades avanzan.
—¿Qué municipios considera ejemplos de ese dinamismo?
Torrevieja, Almoradí, Pilar de la Horadada o San Isidro están demostrando que, con gestión y determinación, se puede crecer. San Isidro, con apenas 2.000 habitantes, tiene un polígono industrial de referencia autonómica. La comarca tiene buena salud económica, pero el motor que debería liderarla, que es Orihuela, está gripado.
—¿Qué sectores están despuntando en la Vega Baja?
Además del agroalimentario, que sigue siendo esencial, destacan las empresas tecnológicas y turísticas. Y también el golf, que se ha consolidado como una industria potente. Atrae a visitantes de alto poder adquisitivo y genera empleo en temporada baja. Entre octubre y abril, el golf mantiene viva la actividad económica cuando el turismo de sol y playa desciende. Tenemos un modelo turístico equilibrado, incluso más que Benidorm.
—¿Cómo funciona el vivero de empresas de la Cámara?
Está completo y con lista de espera. Por eso planteamos la creación de un segundo vivero en el centro de Orihuela, con espacios de coworking y conferencias. También estamos satisfechos con el coworking de Orihuela Costa, que crece cada mes. Trabajamos estrechamente con la Cámara de España y con la delegación en Bruselas para acceder a fondos europeos y programas de emprendimiento. Actualmente albergamos 16 empresas, principalmente de los sectores agroalimentario, tecnológico y turístico.
—¿Qué papel juega la formación profesional en este ecosistema?
Es fundamental. La apertura del nuevo centro integrado de FP en Torrevieja es positiva, pero insuficiente. La comarca necesita más inversión educativa y una apuesta decidida por la formación técnica. Orihuela sigue teniendo muchas asignaturas pendientes, como su relación con la universidad. Y hay algo que debemos asumir: sin inversión privada no habrá reactivación económica. La inversión pública es necesaria, pero no suficiente. Hay que facilitar la llegada de capital privado, ofrecer incentivos y reducir trabas. Solo así se generarán empleos, vivienda y se rehabilitará el casco histórico.