Al frente de su mítica barra de madera, la trayectoria profesional de Vicente Castelló forma parte de un capítulo fundamental en la historia de la gastronomía alicantina. Con la apertura del restaurante Nou Manolín en 1972, cada mañana atendía aquella emblemática barra, llamada a convertirse con el tiempo en un referente cuyo prestigio se extendió dentro y fuera del país.
De la mano de su mujer, Vicentina Such, levantó un proyecto de restauración único que no solo fue lugar de peregrinaje para vecinos, amantes del buen comer y figuras nacionales e internacionales del mundo gastronómico y cultural, sino también una verdadera escuela al marcar el camino a las generaciones que le siguieron. Porque aquella barra -posteriormente reconocida como una de las mejores del mundo- terminó siendo un templo gastronómico, representando un estilo que marcaría un antes y un después en la restauración alicantina.
Premio Nacional de Gastronomía a toda una vida (2018), entre otros muchos reconocimientos, Vicente Castelló encumbró la cocina de la ciudad al más alto nivel. Y lo hizo con maestría y constancia, respetando el producto, la tradición mediterránea y la identidad de nuestra tierra.
Por todo ello, en este año 2025 que ya se despide, siendo Alicante distinguida como Capital Española de la Gastronomía, la ciudad no puede menos que rendir tributo a quien nos ayudó a forjar este camino regalándonos una cocina de excelencia que aún hoy nos guía.
El próximo 15 de diciembre, el Ayuntamiento otorgará a Vicente Castelló una calle con su nombre en reconocimiento a su trayectoria ejemplar en las inmediaciones del Nou Manolín. Esa calle representará el agradecimiento de la ciudad a quien puso en valor e impulsó la cocina alicantina como símbolo de identidad y calidad, dejando un legado que trasciende generaciones y ha traspasado fronteras.
Gracias, Vicente.