A los políticos de pacotilla, a esos diputados y dirigentes nacionales que se pasean por los enmoquetados pasillos del Congreso o de las lluviosas estancias bruselenses del Parlamento Europeo, les interesa más preocuparse de lo que ocurre en Gaza que lo que pasa en Paiporta y en los municipios afectados por la DANA. Les quita más el sueño los daños colaterales de los bombardeos israelíes a las llamas que han asolado las sierras de media España. Sale a cuenta proyectar la causa por la que luchar a miles de kilómetros porque así nadie les pedirá responsabilidades por lo que hayan hecho. Viven en una simulación permanente, en un campo de pruebas político en el que todos parecen intentar vender lo que harían si gobernaran sin darse cuenta de que en algunos casos son ellos los que están gobernando; ya saben, la estrategia de hacerse oposición a sí mismo, pero con las largas puestas.
Creo que no ha habido una sociedad tan hipócrita como en la que hoy vivimos. Son todo apariencias, disimulos que se retratan con un simple trazo, con una simple mirada de artista basta para desvelar esos claroscuros incoherentes y ambivalentes. Eso tiene como resultado una profunda desconexión de la clase política del resto de la sociedad, de unos dirigentes que legislan con las gafas de realidad virtual puestas. Paranoia ficticia que contamina al resto de poderes fácticos como los medios de comunicación. Envié un artículo a un medio nacional y lo que se antojaba como una colaboración fructuosa se pochó porque según su criterio no publicaban columnas anti-políticas. Aquel medio presumía de una profunda pluralidad. Menos mal. Llegan a ser intolerantes y a lo mejor a un servidor le ocurre lo que le pasó a Charlie Kirk. El concepto anti-política es erróneo en sí mismo, empezando por a quienes se acusa de propagarlo, ya que los mayores garantes de ese término son los políticos que no cumplen su cometido.
Puede que nuestros políticos se sientan aliviados al dar un baño al mundo enarbolando las banderas de Palestina, puede que nos sintamos orgullosos de que Pedro Sánchez sea uno de los diques de contención de la conspiración judeo-masónica. Sin embargo, mientras nos creemos superiores al resto en Valencia seguimos con las casas sin barrer, en la Palma simplemente no pueden barrer su casa porque no tienen. Gracias por preocuparos de lo que pasa en Gaza y por olvidaros de lo que ocurre en España, el país que gobernáis; Sánchez se va a terminar presentando como candidato en Palestina, ya verán. Si aquí bloqueó la oleada fascista, allí aplacará a Hamás. ¿Se acuerdan de cuando el PP empezó a gastar la broma de si Gaza era un pueblo de Valencia? Probablemente, de ser un municipio valenciano, esa franja no habría recibido tantos millones. Muchos españoles no saben dónde está Gaza, pero es que tampoco se crean que saben muy bien donde se ubica Paiporta. En realidad, le importan lo mismo los valencianos que los gazatíes, simplemente salen a la calle porque es lo que se lleva, la masa enfurecida no hace más que dejarse llevar por las modas. Me gustaría saber, por cierto, que alma caritativa se está preocupando por los cristianos masacrados en Nigeria; 30 mueren de media al día y de momento no he visto ninguna bandera nigeriana. Tampoco he avistado ninguna enseña sudanesa para condenar las más de 100.000 muertes en su guerra civil… Podríamos seguir.
La pregunta es, si no mueven cielo y tierra para reconstruir la casa de Pere en Torrent, cómo van a hacerlo para reconstruir la casa de Mahmoud en Gaza; hipócritas.