Opinión

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Por qué Paco Camps no termina de ilusionar

Publicado: 26/08/2025 ·06:00
Actualizado: 26/08/2025 · 06:00
  • El expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, en un acto de presentación de su equipo, en Alicante.
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Cuando hago memoria y recuerdo mi etapa en Ciudadanos (Cs), es inevitable rememorar la banda de frikis que se colaban entre un grupo de idealistas. Siempre cuento que algunos de los que se enrolan en las formaciones políticas lo hacen llevados por un afán amistoso. Más allá de una aparente inquietud altruista y activista, se cuentan por cientos los que terminan defendiendo los intereses de unas siglas simple y llanamente para llenar su tiempo y conocer gente; hay personas que se apuntan a un club de senderismo para ligar y otros se afilian a un partido. Durante las reuniones en Cs hubo momentos en los que me pregunté qué hacían tipos como esos en un sitio como aquel; personalidades con nulo conocimiento político y con apenas sensibilidad social.

 

El problema de los partidos políticos viene cuando esos frikifans empiezan a medrar, y de golpe y porrazo, pellizcándose a sí mismos, ven que lo que empezó como un simple entretenimiento se ha convertido en su trabajo y que esa labor les dota de cierta influencia. No se me olvidará aquella concejala que consiguió su escaño gracias a un golpe de suerte del destino de las catastróficas desdichas, que presumía de que los policías locales se cuadraban cuando la veían. Nunca se había visto en una igual. Esta persona representaba perfectamente a uno de esos muchos perfiles que caen en la casilla del éxito efímero de la política por haber tirado bien los dados. Alguien me dijo que en la vida había que jugar con las cartas que tenías. Aunque prefiero a esos inocentes ilusos a los arribistas profesionales, ambos temperamentos comparten su escaso idealismo por cambiar las cosas; los proyectos se desvanecen cuando los abandonan los idealistas. 

 

Se han hecho eco los medios de comunicación de la velada que celebrará Francisco Camps el 5 de septiembre en Alicante para dar el pistoletazo de salida a su campaña interna. Cita convocada en un marco llamativo teniendo en cuenta que los medios que se indignaron por la postergación de las primarias del PP de Madrid en los tiempos de Pablo Casado, no se indignen por el bloqueo de los comicios internos en el PPCV. Se ve que Feijóo no molesta tanto como Casado y que ni Camps ni Mazón son Ayuso. Más allá del hándicap de ser la oveja negra del redil, el gran problema del expresident lo tiene en sus propias filas. No descubro nada nuevo al proyectar los antagonismos en su propio equipo, pues ese ecosistema político está lleno de mantis religiosas que se matan entre ellas. El problema que tiene Camps es que ha llenado su alineación de perfiles que no dicen nada, de personajes desterrados que carecen de personalidad política, de esos perfiles que he comentado que terminan en un partido para tomar el té a las cinco. Menos honrosas excepciones como el abogado Juan Chapapría, creo que no ha puesto a perfiles que generen una mínima ilusión. Creo que ha primado la cantidad de sus avales más que la calidad, lo que de verdad le habría aupado y ayudado a presionar a Génova a celebrar un congreso hubiese sido tener el apoyo de una vieja guardia en consideración o incluso de un político en activo con pedigrí como Esteban González Pons o Isabel Bonig.

 

Que aproveche.

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