Opinión

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ONGs, síntomas y causas

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Este escrito pretende ser un reconocimiento y un del día internacional del voluntariado. Quisiera afirmar mi más firme reconocimiento y admiración a la labor infatigable e impagable que hacen, en favor de las personas menos favorecidas por la vida, el formidable ejército de voluntarios, del que formo parte, de ONG esparcidos por toda España, como en incontables rincones del mundo.

Valoro el esfuerzo, la dedicación, el entusiasmo, el sacrificio, la empatía de cientos de miles de gentes sanas, de gentes generosas y de la mejor voluntad que roban horas de su tiempo para prestar ayuda y colaboración en diferentes tareas humanitarias a personas más frágiles. Gracias a su insustituible dedicación se consigue aliviar, de alguna manera, necesidades básicas de ciudadanos más necesitados. Este generoso ejército de voluntarios reemplaza, en lo posible, a lo que debiera ser el obligado cuidado solícito de las administraciones públicas para con estas personas.

Pero también quisiera dejar por escrito un posicionamiento. Igualmente de necesaria que la labor de ayuda material y servicios, es tomar conciencia, adquirir la sensibilidad de que convivimos en un sistema de sociedad que mantiene y alimenta una injusticia social establecida que soportan los más vulnerables. Es una injusticia social que la mayoría d ciudadanos no percibimos porque hemos sido educados en ella y la aceptamos como si fuera su orden natural. Siempre, pensamos, que ha habido personas necesitadas, marginadas, pobres. Y es frecuente que con la ayuda o limosna prestada nuestra conciencia queda tranquila.

No, no es suficiente para solucionar tal injusticia establecida. Es necesario reflexionar, abrir nuestra mente, nuestro ánimo, comprender de una vez cuáles son las causas y soluciones de esta monstruosa desigualdad social y económica para poderla aminorar y eliminar.

Con frecuencia nos quejamos de consultas médicas en ambulatorios donde el médico nos receta para eliminar los síntomas que padecemos pero, por los motivos que sean, omite atajar la causa de dichos síntomas. Este sencillo ejemplo común nos puede valer para comprender que todo nuestro esfuerzo de voluntarios podría estar enfocado, sobre todo, a aliviar los síntomas sin atender a sus causas. Es necesario reflexionar, comprender que existe un sistema social, económico, político, empresarial, gentes poderosas por su inmensa riqueza y poder que generan, en su funcionamiento, desigualdad, precariedad, pobreza. Urge revisar nuestro posicionamiento porque de alguna manera podríamos estar colaborando a mantener, inconsciente e involuntariamente, este desorden establecido que produce tantas y tantas personas en situación de pobreza pobre

Urge combatir las causas de la desigualdad y pobreza a la vez que seguir mitigando sus síntomas a tantos afectados. Estamos observando cómo se ha instalado, y está ocupando cada vez mayor espacio público, un sistema que no está interesado en eliminar la situación y que desatiende los servicios públicos en educación, sanidad, servicios sociales, inmigración… Los teóricos le llaman a esto liberalismo o neoliberalismo, que es “dejar hacer” a los poderosos. Da igual el nombre, pero lo rotundo es que esta clase de políticas, públicas o privadas, aumentan las desigualdades, la marginación social y la exclusión. Sabemos que desde la marginación es muy difícil escapar y se está condenando a un tercio, o más, de la sociedad.

Animamos a las ONGs a que sigan trabajando para que esta grave situación la conviertan en una oportunidad. Son cientos de miles de voluntarios los que están palpando a diario esta catástrofe que deriva a peor. Es urgente tomar conciencia colectiva, sensibilidad colectiva de una injusticia que nos obliga a actuar. Si se lo proponen, numerosas ONGs estarían en las mejores condiciones para generar, con los distintos medios que la sociedad ofrece, un gran debate público para informar, educar, sensibilizar, concienciar y animar a toda la sociedad a derribar barreras mentales excluyentes, prejuicios sociales. Un gran debate público divulgado por todos los medios para favorecer un clima de conciencia y sensibilidad que vaya calando en la población y educando en respeto, acogida, empatía y cooperación con los más débiles. Estos, tienen la misma dignidad, los mismos derechos y obligaciones que todos los demás, pero no las mismas oportunidades.

Animamos a las ONGs, fundaciones, asociaciones a que elaboren propuestas imaginativas y prácticas, siempre acordadas y en colaboración con los colectivos más vulnerables. Propuestas y estrategias para lograr reducir las causas de tanta miseria humana. Ignoro la forma en que podrían organizarse, más allá de sus queridas “tribus”, asociaciones, fundaciones ONGs para agruparse, coordinarse en propuestas y necesidades comunes. Unidas de alguna manera, pues, constituyen la más formidable fuerza de presión social y política ante los poderes públicos. Sin presión no hay concesión, nos enseña la experiencia. Propuestas bien estudiadas, bien argumentadas con una poderosa presión reivindicativa para ir logrando cambios, normas, reglamentos más eficaces y ágiles, eliminar dilaciones y protocolos interminables…medidas necesarias todas para ir recortando, poco a poco, tanta humillación y sufrimiento a nuestros conciudadanos necesitados.

Un país es avanzado, civilizado, fuerte en la medida en que goza de un eficaz servicio público de cuidados y atenciones para con los débiles. Y estos cuidados y las normativas que los garanticen no los regala ningún gobierno en el poder. La Historia nos enseña que es fruto de un interrumpido trabajo de pelear, con inteligencia y decisión, para conseguir la dignidad humana, en la práctica y aplicada a todos, Y en esta pelea, en primera fila, debe posicionarse el voluntariado, es su razón de ser. El ADN de las ONGs es denunciar la desigualdad y trabajar por la dignidad humana. Todas las personas somos iguales. Todo es posible si tenemos fe en el empeño.

                                       

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