A la simple pregunta de ¿cuál es el futuro de Salvador Navarro?, nadie tiene contestación. Al menos, en la provincia de Alicante, donde el todavía líder de la CEV había logrado tejer una sólida red de alianzas, con sus defensores y detractores. La política, también la empresarial, son contrapesos. Y cuando un polo está fuerte, el de enfrente queda opacado. La publicidad institucional —también la empresarial— es un buen termómetro para medir la protección de los líderes. En ese sentido, Navarro estaba blindado en todas las provincias, pero especialmente en la de Alicante. Sin embargo, se ha caído de un plumazo.
Esta semana hemos asistido a cómo una decisión vertical, a diferencia de lo que fue el nacimiento de la CECV, ha reconfigurado todo. Cuando Navarro parecía señalado por el comentario del president de la Generalitat Valenciana en la Noche de la Economía Valenciana, todo ha saltado por los aires. La convocatoria de la cita electoral parecía un momento de fortaleza, pero la irrupción de Vicente Lafuente ha demostrado todo lo contrario. Nadie, sin embargo, se atreve a decir cuál será el futuro de Navarro.
En el caso de Alicante, está claro que la elección de César Quintanilla como nuevo presidente de la CEV Alicante es un movimiento trabajado. Quien tenga algo de memoria recordará que la organización a la que pertenece, Uepal, era una especie de apestada. Los nostálgicos —algunos, no todos— de la antigua Coepa no aparecían en las páginas del diario generalista por excelenencia; y si salían, era casi siempre por algo malo. Ni el president de la Generalitat de entonces, Ximo Puig, ni ningún conseller del PSPV acudían a sus actos. Solo el titular de Economía, Rafa Climent, participaba en sus entregas de premios y en algún que otro acto sectorial.

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- Foto RAFA MOLINA
Hubo un intento de acercamiento con la CEV: los aceptó como organización empresarial y de ello salió Juan José Sellés —ex presidente de Cepyme Alicante—. Pero a la primera discrepancia pública, Joaquín Pérez lo cesó, por indicación, claro está, de Navarro. Uepal quedó en el rincón de pensar de la CEV Alicante, manteniendo su actividad comarcal, elaborando sus encuestas trimestrales, trabajando la alianza Alicante-Elche, y con su silenciosa tarea de lanzar mensajes meridianos —quizás molestos—, pero con los oídos sordos de la Generalitat y, por supuesto, de la gran patronal.
¿Qué ha pasado para que Quintanilla haya pasado de ser un apestado a futuro presidente? Dos claves: la primera, el empuje desde la Generalitat para cambiar a los actores. Había que hacer caer a Navarro y, por si en el camino caía su peón en Alicante, Joaquín Pérez, mejor. La segunda, la labor del propio Lafuente, que ha ido convenciendo a las grandes patronales sectoriales de Alicante de que había que apoyar a Quintanilla por el bien del proyecto común (y quién sabe si por indicación del Palau).
El auspicio de Quintanilla se produce en un momento en el que, hasta hace una semana, Mazón parecía haber cogido aire después de la tournée de este verano. Sobre todo, con el respaldo total de la dirección del partido en Madrid. Respaldo, cuando menos, a la gestión y a la reconstrucción. Y respaldo para disipar dudas ante el continuo revoloteo de Francisco Camps (y de Sonia Castedo) y sus apariciones públicas en los medios.
En la llegada del líder de Uepal al trono también tiene algo que ver Carlos Baño, presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, otro de los enfrentados con Navarro. Ya ven: esto va de triángulos político-empresariales. Antes del verano, la debilidad de Mazón era más manifiesta; de ahí que Baño y el alcalde de Alicante mantuvieran su particular pulso por las obras de la futura sede de la entidad cameral, en el centro Panoramis. Recordemos que es la Generalitat quien paga parte de esa reforma. Como se recordará, la sede no puede inaugurarse por las discrepancias con la legalidad de las obras, que solo puede autorizar o no el Ayuntamiento de Alicante.

Ahora, tres meses después, el panorama ha cambiado (casi como con la CEV). No es que las obras ya sean legales y Baño pueda inaugurar su flamante reforma. No. Todo sigue igual. Pero a la Cámara se le ha aparecido la Santa Faz: el propietario de su sede actual, en la plaza Ruperto Chapí, ha vendido el inmueble y la entidad debe desalojarlo antes del 31 de marzo. Y, como ha venido contando Alicante Plaza, si no hay solución para la futura sede, la Cámara deberá volver al edificio que es de su propiedad y que ahora ocupan los funcionarios de Luis Barcala. ¿Qué les parece? En menos de tres meses, todo ha virado y los astros político-empresariales se han alineado —al menos en Alicante—, pero de otra forma. Y justo la semana de la Foradà, un magnífico espectáculo que puede verse en el municipio de la Vall de la Gallinera, cuando los rayos de sol atraviesan el agujero de la montaña. Quintanilla, de señalado a rey; Baño, paseando la cabeza de Salvador Navarro; y Barcala, de inamovible con la sede de la Cámara a poder ser desahuciado… por la propia Cámara.
P.D. Podrá haber tenido aciertos y fallos, pero cualquier persona que conozca al actual presidente de la CEV Alicante, Joaquín Pérez, sabe que no merecía esa salida, y más de esa manera. Su señorío siempre estuvo por encima de todo. Creo que pudo presentarse a la reelección, pero acierta en no hacerlo: le esperaba una campaña muy sucia. Y no la merecía.