El pasado mes de marzo los ultras ya pactaron con el grupo parlamentario del PP-CV en Les Corts una serie de medidas para aprobar los Presupuestos de la Generalitat. Tras la dimisión de Carlos Mazón hace una semana los líderes nacionales de Vox y PP, Santiago Abascal y Núñez Feijóo inician conversaciones para “resetear”  el acuerdo de marzo (y consensuar un nuevo jefe del Consell). ¿Por? Sinceramente que no lo sé. Solo hay una explicación posible: la derecha ultramontana quiere más y más, y mucho más.

Más deportaciones de inmigrantes, más restricciones en su acceso a los servicios públicos, más rechazo a la acogida de menores inmigrantes, más oficinas anti-aborto y anti-okupas, más dinero para Lo Rat Penat y dejar a cero a la Academia Valenciana de la Lengua (aminorados ya sus presupuestos), más toros en À Punt, la televisión autonómica, como el día del Funeral de Estado, donde se suplió el evento con una corrida de toros de hace años en la que faenaba Vicente Barrera: manda huevos. En À Punt se ha instaurado una cacería de un tiempo a esta parte: a por los “rojos” y a por los tibios de espíritu.

Y, fundamental, aminorar en todo lo posible las partidas destinadas a combatir el cambio climático, fenómeno que niega la derecha extrema y extremada.

Los de Feijóo tragan, aparentemente, con tal de que el PP siga gobernando en la Generalitat. Como tragó Mazón desde el inicio de la legislatura aunque en ocasiones se hiciera el despistado. Para un demócrata del PP hay truños infumables de la ultraderecha. El último, por poner una ejemplo, la petición en una comisión parlamentaria de que se enseñen nociones de cinegética en las actividades extra-escolares de la enseñanza media incluyendo campamentos de verano. ¿Se imaginan grupos de púberes cazando conejos o perdices a escopetazo limpio? Esto fue hace escasa semanas. El portavoz en Les Corts del PP Juanfran Pérez Llorca matizó luego todo lo matizable, incluso que la propuesta no era vinculante a pesar de que votaron a favor. Pérez Llorca: posible candidato a relevar a Mazón.

Yo albergo la convicción de que a Vox le da igual ocho que ochenta: lo escribió en El Mundo de forma soberbia Jorge Bustos hace unos días. Los ultras quieren reventar con guerras ideológicas y retrógadas. No se ven a sí mismos largas y aburridas noches analizando presupuestos; es decir trabajando.  Quieren una reconquista moral que pasa por una patria sin impurezas. Y poco más. De este modo les da un poco igual Pérez Llorca que María José Catalá que acaba de aprobar los presupuestos municipales de València con el apoyo de Vox . Sus  garras solo están puestas en los 17 diputados en el Parlamento autonómico (ahora tienen 13, con José María Llanos al frente) que pronostican las encuestas. En el fondo/fondo les da igual que gobierne el PP o una reedición del Botànic porque sus parámetros son otros, y aún a pesar de que pueden colar más barbaridades con la derecha que con la izquierda. Juegan con otra baraja. Mi reino no es de este mundo. Y eso el PP no lo acaba de entender ni de digerir aunque se vean obligados a ejecutar un paripé de negociaciones para tragarse todos los sapos habidos y por haber de un Vox recrecido.

Pedro Sánchez  pide elecciones anticipadas por el negacionismo ultra del cambio climático en la esperanza de que PSPV-PSOE (sin un liderazgo nítido) y Compromís (con una guerra interna de la que nos llega cuarto y mitad) sumen mayoría absoluta. Y la “presidenciable” socialista, la ministra Diana Morant, reclamando que Mazón abandone también el escaño para que pierda su aforamiento. ¿Por qué no predica la misma doctrina con el candidato socialista de Extremadura Miguel Ángel Gallardo y su burda maniobra para aforarse en el parlamento autonómico que finalmente rechazó un juez?. Gallardo, imputado por la causa del Hermanísimo. Madre mía: hasta que nivel hemos bajado la línea de la ética y de la cordura. Así está medio PSOE extremeño: echando espuma por la boca con el presidente de la Diputación de Cáceres Miguel Ángel Morales al frente.

 La batida de la policía federal contra migrantes, sobre todo mexicanos, en Chicago fue de tal brutalidad que no hay palabras para explicarlo. Ni las ratas se merecen semejante trato. A tiros y a porrazo limpio. Donald Trump ha instaurado una suerte de progroms en aquellos estados en los que gobiernan los demócratas.

En Chicago se ha establecido una red solidaria entre hispanos para avisar de la presencia de la policía feroz que ahora usa la táctica (cobarde) de vestirse de paisanos. Nunca una democracia podía caer tan bajo. ¿Se atreverá Trump con Nueva York y su nuevo alcalde social-demócrata Zhonram Mandami? Me da que sí. Trump: otro que le da igual ocho que ochenta.

CODA: Si hay nuevo candidato a la Generalitat en vez de elecciones anticipadas, ¿qué destino va a tener el búnker de asesores y cargos de Mazón  que urdieron estrategias nefastas desde el mismo día de la DANA en octubre de 2024?