Opinión

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El retorno de Paco Camps y Ximo Puig

Publicado: 14/10/2025 ·06:00
Actualizado: 14/10/2025 · 06:00
  • Ximo Puig, en el desayuno de la Cadena Ser este jueves.
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No es tan difícil, como tantas veces he repetido, tantas que tengo miedo de repetirme como el ajo que se le indigestó a Mazón en la comida del Ventorro. Michael Ignatieff escribe en Fuego y cenizas que “el que aspire a gobernar su país, primero debe conocerlo”. Nuestros gobernantes no tienen ni idea de lo que es España. Si ni siquiera algunos dirigentes regionales tienen una mínima noción de la idiosincrasia de su territorio, ¿cómo vamos a aspirar a que los líderes nacionales conozcan de norte a sur el país? Ignoran su ecosistema, su historia, su memoria y todo lo alejado de su propio objetivo de alcanzar el poder.

 

Lo ocurrido en el desfile, en el que una turba abucheó a Pedro Sánchez y Santiago Abascal se borró del palco institucional dándose un baño de masas con los asistentes al acto, manifiesta la tendencia existencial hacia una ciudadanía cada vez más escéptica con la institucionalidad. Venimos de una generación de políticos que han tenido a la transición como el summum del germen de una sociedad fundamentada en el estado de bienestar. Curiosamente, cuando en España llegó la democracia, esa clase media que empezó a germinar en el gobierno de los tecnócratas del franquismo, se encontraba en plena ebullición, una que llegó a su culmen en el gobierno de José María Aznar cuando los españoles pudieron cumplir el sueño de tener una casa en la ciudad y otra en la playa. Ahora las cosas han cambiado, y hoy para muchos es casi imposible tener una casa en propiedad. El sistema que había llenado tantos estómagos y tantos bolsillos, ahora mantiene en situación de hambruna a los herederos de los hijos de ese estado de bienestar.    

 

Abascal dio plantón al Rey y se alejó del boato protocolario para diferenciarse del PP y del PSOE. Sabe que la gente está hasta las narices de unos y de otros, que muchos de los votantes que eligen a uno y a otro lo hacen tapándose la nariz, pero que en realidad si el sistema tal y como lo conocemos saltara por los aires a poca gente le preocuparía. No sólo pasa aquí, miren la que tienen montada en Francia, en donde el partido de Marie Le Pen se erige como representante de la nueva revolución francesa que aspira a guillotinar a una burocracia representada en el cuasi monarca Emmanuel Macron. El líder de Vox lleva tiempo mirándose en el espejo de Reagrupamiento Nacional, por eso obligó a Barrera a dejar tirado a Mazón y ordenó a los suyos a salir de los gobiernos autonómicos.

 

Actualmente, tanto PP como PSOE son rehenes del sistema. No aportan nada nuevo. Escuché el otro día una entrevista a la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez y vivía en un mundo paralelo, quitaba hierro al problema del sinhogarismo posmoderno. Ha pasado un año de la DANA y todavía hay casas sin derribar y sin que la vida de los damnificados pueda avanzar. Como no cambien las cosas, esto va a pegar un bombazo de proporciones bíblicas. Desgraciadamente parece que va a ir a peor, porque los partidos tradicionales no ofrecen soluciones para aplacar las olas populistas, se aferran a amuletos del pasado, a referentes de una España que ya no existe. En el PP pulula el nombre de Paco Camps, que aunque tiene más idea de lo que hace que Carlos Mazón, su tiempo ya pasó, gobernó en una historia diferente a la actual. En el PSOE, ante el bluf que ha sido la ministra Diana Morant, han sacado de su criogenización política en París a Ximo Puig. Como adelantó VozPópuli, José Luis Rodriguez Zapatero ha sugerido a Sánchez que rescate a Puig como candidato para recuperar Valencia. Que esa es otra, no sé qué pinta el presidente que nos llevó al desastre del 2008 dando lecciones de gobernanza, es como si Carlos Mazón diese lecciones de puntualidad.

 

En fin. Como nada cambie, lo que llegará a su fin será el sistema. 

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