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Carlos Mazón: Rōnin

Publicado: 15/03/2025 ·06:00
Actualizado: 15/03/2025 · 06:00
  • El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón
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Cada semana que pasa, la figura de Carlos Mazón se desdibuja más y más. A veces es por mérito propio, por sus comentarios inapropiados (por chulescos e insensibles), por sus acciones y sobre todo por sus cambios de versión o directamente mentiras que se desvelan como tales meses después. Y a veces no tiene tanto que ver con sus acciones cuanto con lo que dicen de él las dos únicas instancias que le preocupan: la jueza de Catarroja que está instruyendo el caso, por un lado; y los movimientos en su partido, el PP, para moverle la silla, por otro. Lo que opine la ciudadanía de él, manifiestamente, es algo que ya no está entre las preocupaciones de Mazón, que sabe que en ningún caso volverá a ser candidato. Esta va a ser su primera y última legislatura.

 

En cambio, la evolución de la investigación judicial es muy importante para Mazón, por razones obvias, que presentan dos derivadas: que el president de la Generalitat pueda acabar imputado e incluso condenado (y no sería una condena menor, habida cuenta de la enormidad del desastre), por una parte; y que, aunque esto último no acabe sucediendo, los sucesivos autos de la jueza de Catarroja acaben por convencer al PP y a Alberto Núñez Feijóo de que no les queda otra alternativa que deshacerse de él más pronto que tarde. Lo cual, a su vez, también podría afectar al futuro judicial de Mazón, porque si deja de ser president de la Generalitat y diputado autonómico también perdería su condición de aforado, y podría ser imputado en la instrucción de la jueza Nuria Ruiz Tobarra. Así que su posición política (en el PP, y también en Vox, es decir, la disposición que tenga Vox de mantener a Mazón y de no poner a otro en su lugar) y su posición procesal están profundamente entrelazadas. Su papel público, visto lo visto, tenderá a difuminarse cada vez más.

 

Es sorprendente la posición de Mazón, porque, aunque en teoría es president de la Generalitat, presidente del PPCV y un importante barón regional del partido, en la práctica cada día que pasa parece ser menos todo eso. Mazón a mí me recuerda cada vez más a un rōnin, un samurai que ha sido repudiado por su señor feudal, por nacimiento o (caso de Mazón) por su mal comportamiento.

 

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (i) y el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón (d)
  • El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (i) y el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón (d) -

El honor exigiría que un samurai que tuviera que vivir semejante deshonra se hiciera el hara-kiri, se suicidara, y preservase el honor. Así, Carlos Mazón, nuestro samurai del PP, podría dimitir y facilitar las cosas en su partido, pero eso le generaría otro tipo de problemas. En cambio, el samurai que se convierte en un rōnin, una especie de soldado de fortuna, lo hace por cobardía, mancilla su honor para preservar la vida. Egoísta y deshonrosamente, Carlos Mazón demuestra no apreciar suficientemente a su clan (el PP). Y no digamos a su daimyō, el señor feudal, en este caso proveniente de Galicia: Alberto Núñez Feijóo, que tampoco es que sintiera muchas simpatías por Mazón cuando a este le iban bien las cosas y se dedicaba a pactar por su cuenta con los samurais de Vox para hacerse con la Generalitat, a costa de crearle un empastre a Núñez Feijóo en plena campaña electoral.

 

Mazón se está convirtiendo en un rōnin porque se está quedando paulatinamente sin objetivos vitales, sin apoyos ni referentes y, sobre todo, sin sitio en el clan (el PP) en el que ha organizado toda su vida adulta, su trayectoria laboral-política, sus amistades y su hábitat. Todo eso se ha perdido, y no sólo por la actuación del president de la Generalitat el día de la Dana (que fue el final de su carrera política, aunque él aparente no darse por aludido), sino por lo que ha sucedido después, que le ha enajenado el apoyo del clan y de los voceros del mismo, medios, periodistas y agitadores del entorno del PP que ahora piden su dimisión día sí y día también, como si Mazón fuera un ministro de Pedro Sánchez. O como si fuera alguien que ya no está protegido por el clan; alguien cuyo fin ya ha sido decretado por el jefe del clan.

 

Eso nos ayudaría a entender también el sorprendente viraje del PP europeo, que finalmente ha decidido mantener Valencia como la sede de su encuentro en el mes de abril. Una buena noticia, que además contribuirá a paliar mínimamente la lamentable incomparecencia de los políticos europeos en la crisis de la dana. Pero una noticia que difícilmente se entiende con Mazón a los mandos... Salvo que ya esté claro que eso no pasará, que no tendrán a un rōnin impredecible y repudiado por los suyos como anfitrión, sino a la nueva, o al nuevo, samurai regional del PP (casi da igual quién sea el sucesor de Mazón; ¡lo importante es que no sea Mazón!).

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