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VALS PARA HORMIGAS

Carlos Mazón entona el tango de la renuncia

Publicado: 05/11/2025 ·06:00
Actualizado: 05/11/2025 · 06:00
  • El president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, este lunes.
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El discurso de renuncia al cargo de Carlos Mazón lo escribió Cátulo Castillo para que lo desgarrara el bandonéon de Aníbal Troilo allá por 1962. Lo que parecía la consecuencia lógica de no haber estado presente durante las horas más trágicas de la Comunidad Valenciana, aún sin explicación válida, y no de los insultos de los familiares de las víctimas durante el funeral celebrado un año más tarde, es en realidad un tango que se titula Desencuentro. Les voy a picotear un par de versos, el resto se lo escuchan ustedes al Polaco Goyeneche, no les voy a quitar ese privilegio. “Estás desorientao y no sabés / qué trole hay que tomar para seguir”. Así comienza la historia. La de El Ventorro, según algunos; la del impacto de la recepción de los afectados en el ánimo del president, según vimos todos; y la del tango de Castillo y Troilo. Mazón dejó de hacer pie en el charco de lodo en que se había hundido desde el primer día o, quizá, fue la presencia de todas las instituciones del Estado en el Museo de las Ciencias de Valencia las que evidenciaron que el rechazo era irrefrenable. Insostenible.

A Mazón le costó un año encontrar la salida. Asumió algún error, pero su marcha fue causada por el entorno, como los estudiantes que se quejan de que el profesor les tiene manía. Aunque nadie le creyó, entonó otros cuatro versos de la canción: “Quisiste con ternura y el amor / te devoró de atrás hasta el riñón / Se rieron de tu abrazo y ahí nomás / te hundieron con rencor todo el arpón”. En el monólogo que había compuesto para su comparecencia pública, el pobre Carlos era la víctima propiciatoria de un fenómeno natural tan implacable y sanguinario como la letra de Castillo. Nadie le advirtió de que los muertos eran otros, de que las ausencias eran de otros, de que de la política se sale con rehabilitación y una puerta giratoria. Hasta el funeral: “Amargo desencuentro porque ves / que es al revés”, le podía haber cantado Goyeneche. Su persistencia al frente de un cargo en el que no le quería ni su partido, sus cambios de versión, sus convocatorias en descampados para evitar las multitudes, su luto de cocodrilo se iban convirtiendo poco a poco en un suicidio político. Y para contarlo, el tango no tiene rival: “Por eso en tu total / fracaso de vivir / ni el tiro del final / te va a salir”.

“Qué desencuentro / que hasta Dios está lejano”. O Zaplana, que viene a ser casi lo mismo. La lectura de la renuncia anotada por Miquel González aquí en esta casa fue muy acertada. Con el mutis de Mazón, concluyen, Macarena Montesinos mediante, las batallas zaplano-campsistas. Que alguien advierta a Camps, que no parece haberse dado cuenta. También acabaron las guerras entre troyanos y griegos micénicos, las campañas napoleónicas o los aranceles de quita y pon de Trump. Y el hueco abierto en el PP valenciano amenaza con engullir a todo el partido en España como si fuera un bosón de Higgs mal detonado, un agujero negro del tamaño de 52 sedes de la calle Génova, 17 si son autonómicas. ¿Qué queda después? ¿Quién frenará el ascenso de Vox? Feijóo también puede echar mano de la partitura de Troilo: “No te fiés ni de tu hermano / se te cuelgan de la cruz”. No será Mazón quien lo decida. Tras su marcha, no le cogerá el teléfono ni el vecino de enfrente. En El Ventorro perdió la cobertura, la agenda y la oportunidad.

 

@Faroimpostor

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