Como es tradición, la Noche de la Economía Alicantina se ha consolidado como el acto en el que el empresariado pasa revista al poder político. Esta dinámica se remonta a muchos años atrás, especialmente desde que el fallecido Antonio Fernández Valenzuela, con pasado socialista pero presidente cameral, se enfrentaba con vehemencia al titular de la Generalitat, fuera cual fuera su signo político (con frecuencia, frente a Francisco Camps). Desde entonces, la cita sirve para evaluar el grado de cumplimiento de los compromisos y las asignaturas pendientes con la provincia de Alicante.
Carlos Baño ya dejó muestras de ese “valenzuelismo” en las galas de 2022 y 2023, primero ante Ximo Puig y después ante su amigo Carlos Mazón. La edición de 2024 fue excepcional: se retrasó por los efectos de la DANA y se aplicó la máxima de Jordi Pujol del “Hoy no toca”, priorizando el afecto hacia los damnificados. Este año, cuando parecía el momento idóneo para desplegar toda la artillería frente a los gobiernos, Baño se encontró con la dimisión de Mazón y la ausencia del alcalde Luis Barcala. Parte de los destinatarios de su mensaje no estaban presentes y, por tanto, este quedó difuminado. Aun así, lanzó ideas de interés.
La principal novedad del atrezzo de la Noche de la Economía, celebrada en el ADDA ante más de 1.300 asistentes, fueron los gestos que evitaron que el evento, la Cámara y su presidente proyectaran la imagen de un “alicantón” ramplón, como en épocas pasadas. La presencia de nuevos invitados —como la cúpula de la nueva CEV o el presidente del Sabadell, Josep Oliu— y la conmemoración del 50º aniversario reforzaron esa renovación. La interpretación del Himno Regional Valenciano por la Orquestra ADDA Simfònica, dirigida por Josep Vicent, levantó al público de sus asientos y multiplicó los aplausos. El escenario, un ADDA prácticamente lleno, merecía la ocasión: la Cámara rompía así con la imagen de hace una década, la de una institución en blanco y azul (y negro), excesivamente masculinizada y casi siempre enfrentada con el resto de la autonomía.
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- FOTO RAFA MOLINA
Así que con Baño, envuelto con la senyera, el acto discurrió con más alicientes, como la conferencia de Marc Vidal, interesante, pero quizás demasiado larga para un evento de esta envergadura; la tradicional entrega de premios, esta vez con discursos intercalados -para cumplir con los patrocinadores institucionales, y los esperados parlamentos.
Esta vez, fue la vicepresidenta Susana Camarero la que empezó, cuando lo habitual es que sea el presidente de la Cámara quién hable primero y el político le replique. Así que si excepcional no fue que no estuvieran presentes los primeros espadas -alcalde y president de la Generalitat-, pues Camarero se limitó a vanagloriar al dimitido Mazón, y a defender su obra, y a honrar la labor de la Cámara en los municipios afectados por la Dana. Ni más pena, y muy poca gloria (las caras de los consellers hablaban por sí solas).
Y llegó el turno de Carlos Baño. Había expectación por saber a quién iban a dirigir los cañones este año, pese a las circunstancias -otra vez- del momento: no había oponente que le replicara por incomparecencia. Pero tampoco creo que importunara a Baño. Quizás la gran incomodidad fue lo que suele pasar en este tipo de actos tan ambiciosos: el timing ya se habia desbocado y el presidente cameral nos tenía preparado un discurso a lo Fidel Castro por su extensión. Era tanto lo que Baño quiso contar y pregonar, además de cuestionar, que por momentos el mensaje se desdibujó. Y por si fuera poco, las palabras se aderezaron con vídeos de los hitos del equipo cameral -Cámara Business Club, Campus Cámara CEU y Alicante Gastronómica- que ya eternizaron el objeto del propio evento.
Pero en resumen, además de rapapolvo a todas las administraciones por la falta de atención hacia la provincia de Alicante, en concreto, y, a la Comunitat Valenciana, por elevación, Baño dejó una reflexión y varios mensajes. La reflexión incumbe a todos, incluidos los empresarios: la situación estructural de la economía. Crece a niveles macroeconómicos, pero las rentas apenas lo notan. Ya lo advirtió hace días Ineca. La economía en general, pero en particular la de esta tierra es como un gángster que da vueltas, pero no avaza. Tasas de empleo estructural y economía basada en el turismo y en el ladrillo dependiente de ciclos expansivos, a lo que se añade el ínfimo tamaño de las empresas.
Y después, los mensajes. El primero, que pasó un poco desapercibido. Es la primera vez -o al menos, así me lo parece- que un dirigente empresarial de Alicante -y más de la Cámara de Comercio- reivindique por el peso y potencial del territorio, y no por supuesta diferencia o lejanía. Para mi, esa es la gran fuerza que muchos olvidaron con el tiempo. Si Alicante puede reivindicar es por posición en la escala del PIB y de población. Todo lo otro son, o han sido, juegos florales o romanticismos de otro tipo (a veces alentadas por determinadas terminales mediáticas que viven del conflicto perenne). Y eso es lo que debe implicar al propio empresariado, a través de sus organizaciones, para estar en las posiciones de influencia, mande quien mande, y sin complejos. Y una vez ahí tener una posición global (pensando en esas lagunas estructurales que denuncian Baño e Ineca), y no en los intereses particulares.
El segundo fue más evidente. La composición de la nueva CEV con Vicente Lafuente ha dado aire a la Cámara y a otras organizaciones empresariales y abre una nueva etapa, lo cual debería ser una palanca de cambio para dejar rencillas del pasado y trabajar, no solo en reivindicar, sino en fomentar el diálogo social como ha reivindicado el propio Lafuente esta semana.
Y la tercera, el mensaje al alcalde de Alicante, y a otros. La Cámara quiere una solución para su nueva sede de formación, ubicada en el centro comercial Panoramis, envuelta en la polémica por la legalidad de sus obras. Creo que Carlos Baño lo que reclama es una salida al proyecto, que lleva meses paralizado, aunque ello conlleve demoler o no usar la zona afectada por esa supuesta irregularidad administrativa. Lo que quiso transmitir Baño es que lo que no se entiende es que no se busque una solución a tal conflicto y que permanezca el bloque por sistema, fruto de un pulso entre administraciones gobernadas por el PP, el ayuntamiento y el puerto. De ahí la frase: "Son otros, por tanto, los que tienen que explicar sus motivaciones para dificultar un gran proyecto que es bueno para la Cámara y para la provincia. Y, por lo tanto, tendrán que explicar por qué en lugar de resolver los problemas a nivel institucional han preferido airearlos en un medio de comunicación que vive de generar conflictos entre los alicantinos". Más claro, imposible.
El mensaje quedó claro, lo que pasa es que la espesura del acto apremiaba. Y Baño intentaba pasar páginas y leer a toda prisa para evitar el sopor del respetable, que ya llevaba tres horas en la butaca, y comenzaba aquello a tener visos de un congreso del Partido Comunista de Cuba. Pero quién quiso entender, entendió. Es decir, la Cámara no se va a quedar de brazos cruzados, quiere una solución a su sede de Panoramis, y el conflicto no acaba con la vuelta a la sede del antiguo hotel Palas. Esa será, como mucho, la sede institucional. Hay mucho en juego. Así que aprovechando que no hay Rey puesto, comienza el espectáculo.