Reconozco que no sé qué meter en mi alacena como kit de emergencias. Reconozco más bien que no sé de qué emergencias me alerta la Unión Europea, porque ha metido en el mismo saco un posible ataque ruso, con su correspondiente amenaza nuclear, una pandemia como la del covid y una catástrofe natural como la de la dana de Valencia. La coincidencia en el tiempo con el anuncio del aumento del presupuesto destinado a defensa me hace sospechar, como a todos los que vivimos a más de 4.000 kilómetros de Moscú y hemos sobrevivido a todas las guerras con Gila. Pero, para que no se diga, desde mi absoluto entusiasmo europeísta, trato de cumplir con mi obligación de buen ciudadano. Latas, claro, porque cocino poco y mal. Agua, no sé, porque al beber del grifo y fumar negro, creo que soy inmune a casi todo. El DNI es mi único documento y lo llevo siempre encima. No tengo nada que funcione a pilas –salvo el mando de la tele, que si nos quedamos sin electricidad, tampoco sirve- y si el Armagedón me pilla en casa, sigo con una buena ración de libros tan analógicos como la primera Biblia de Gutenberg. El botiquín lo tengo nutrido. Creo que para tres días, me da.
La que me llama poderosamente la atención es la respuesta del Consell. Sospecho que al estuche recomendado desde Bruselas quieren añadir un burladero. No está mal tirado. Al menos, eso se puede deducir del anuncio del conseller Juan Carlos Valderrama de que su gabinete autonómico, nacido de la letal tempestad del 29O, va a destinar 150.000 euros a los bous al carrer, en “defensa y protección de nuestras señas de identidad”. 120.000, para “divulgación, promoción y seguridad sobre festejos taurinos tradicionales” y el pico restante, para “edición de libros, revistas y programas en medios de comunicación en materia taurina”. No dicen nada de un teléfono con alarma para acabar pronto con las comidas de trabajo. Tampoco de ninguna brújula que indique el camino hacia el Palau de la Generalitat. Ni de medicamentos sedantes para combatir la ansiedad en plena emergencia. La nueva conselleria, que ha cambiado de nombre después de que un temporal se lleve casi 230 muertos, invertirá en los toros una cantidad que se suma a los 300.000 euros apalabrados desde la cartera de Cultura.

Volvamos a las sospechas que despierta la política. En el amenazante contexto actual, ya saben, bélico, sanitario y ecológico, las declaraciones de Valderrama suenan a provocación, qué quieren que les diga. Su conselleria, que debería reforzar el entorno sanitario todo lo posible, que debería centrarse en prevenir las cada vez más cercanas consecuencias del cambio climático –aquí, encauzamiento de torrenteras, limpiezas forestales y vigilancia de las costas, sobre todo- y que, por si las moscas, debería alinearse con Europa para divulgar en muchos idiomas los riesgos que pueden surgir desde el Kremlin para una población plurinacional como la nuestra, destina una partida a la tauromaquia. Capea el Pacto Verde continental, nunca mejor dicho, no por orden de su jefe, sino de los votos que necesita para sacar adelante los presupuestos. Torea los virus. Y apuntilla nuestra paciencia. Volvamos, también, a Gila: “Nosotros no tenemos tanques, pero sí un enano en un 600 que grita mucho”, contaba el maestro. Pues nosotros no nos pertrecharemos contra el caos, pero embolamos toros. Pues eso.
@Faroimpostor