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10 de diciembre, un día para celebrar

Publicado: 10/12/2025 ·06:00
Actualizado: 10/12/2025 · 06:00
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La Declaración Universal de lo Derechos Humanos (DUDH) cumple 77 años el 10 de diciembre. Con esta edad sería de esperar que fuese conocida por todos, estimada y transmitida a las generaciones nuevas como uno de los grandes acontecimientos del siglo XX. Pero no es así, los derechos contenidos en este valioso documento siguen siendo pisoteados. Incluso en los países donde sus gobiernos se erigieron como defensores y guardianes, se oyen cada vez más voces contrarias a ellos. Especialmente preocupantes son los retrocesos que están sufriendo los derechos de las mujeres. Por esta razón, el grupo Amnistía Internacional de Elche quiere homenajear, con ocasión de la celebración de su septuagésimo séptimo cumpleaños, a algunas de las delegadas que trabajaron con tesón hasta conseguir un documento que pusiera de relieve la dignidad inalienable de todas las personas por el hecho de nacer y que el lenguaje utilizado en la redacción fuera inclusivo, primando la claridad sobre el estilo.

A menudo se ha dicho que la DUDH se encuadra en una tradición europea de hombre blanco, y olvidamos el papel que jugaron mujeres de países no europeos que no estaban dispuestas a perder la oportunidad de ver reconocidos sus derechos por escrito. Como la periodista sueca Rebecca Adami afirma en su libro Women and the Universal Declaration of Human Rights, las propuestas y argumentos de las delegadas se vieron coloreados por sus experiencias: reivindicación de los derechos de la mujer más allá de las divisiones religiosas. No se resignaron a que el nuevo documento fuera una reproducción de la Declaración de Derechos de los Estados Unidos (1791) ni de la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789).

La DUDH pasó por distintos órganos de las Naciones Unidas; se debatieron y enmendaron siete proyectos. El artículo 1 comienza en el primer borrador: "Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Están dotados por la naturaleza de razón y conciencia, y deben comportarse unos con otros como hermanos". Cuando la Declaración fue aprobada por la Tercera Comisión para someterla a votación en la Asamblea General, el artículo 1 decía: "Todos los seres humanos nacen iguales en dignidad y derechos. Están dotados de razón y conciencia y deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".

Las delegadas que más trabajaron por que el lenguaje de la DUDH fuera inclusivo y también las que insistieron que se recogiera en ella la igualdad de derechos dentro del matrimonio no eran todas europeas ni estadounidenses.

A Hansa Mehta (India) le debemos el logro de cambiar en el artículo 1, la frase "Todos los hombres nacen libres e iguales" por "Todos los seres humanos nacen libres e iguales".

A Begum Shaista Ikramullah (Pakistán) le debemos el artículo 16 que aboga por la igualdad de derechos en el matrimonio con el objetivo de acabar con el matrimonio infantil y forzado:

  1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.

  2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.

A Minerva Bernardino (República Dominicana) debemos la inclusión de "la igualdad entre hombres y mujeres" en el preámbulo de la Declaración. Por otro lado, Bernardino luchó por la incorporación de la idea de que los derechos humanos no hacen "distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión".

Bodil Begtrup (Dinamarca) no consiguió que en el artículo 26 sobre el derecho a la educación se incluyeran los derechos de las minorías. Pero sí consiguió que en el lenguaje de la redacción primara la claridad de la inclusión y la igualdad sobre el estilo. Consiguió que se cambiara "todos los hombres" por "toda persona" o "todos" a la hora de referirse en el texto a las personas titulares de los derechos.

Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.

A Marie-Hélène Lefaucheux (Francia) debemos agradecer la mención a la no discriminación sexual, clave en la lucha por la igualdad, en el artículo 2 de la Declaración:
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Evdokia Uralova (República Socialista Soviética de Bielorrusia) junto con Fryderyka Kalinowska y Elizavieta Popova, hizo hincapié en los derechos de las personas que viven en territorios no autónomos. Así en el artículo 2 leemos también:
No se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.

Y defendió también la igualdad de salarios para mujeres y hombres por el mismo trabajo. Un derecho que se incluye en el artículo 23: Toda persona tiene derecho a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo. (...) Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.

No hemos nombrado a todas las mujeres que contribuyeron a la redacción de la DUDH tal y como la conocemos, pero sí que son representativas de la capacidad de lucha de quienes en un momento crucial en la historia dejaron su huella en los 30 artículos que la integran. Proporcionaron así a las mujeres y a los hombres de la actualidad un documento que permite recordar a quienes la atropellan que la dignidad de las personas no se puede arrebatar ni negar.

Y es que, como dijo Begum Shaista Ikramullah en 1998: "Las ideas enfatizadas en la Declaración de los Derechos Humanos están lejos de realizarse, pero son un objetivo al que pueden aspirar quienes creen en la libertad del espíritu humano".

Marga Juguera Vives y el grupo local de Amnistía Internacional en Elche.

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