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MESA REDONDA EN LA UA

La edición en el siglo XXI: consagrarse como la resistencia ante el mercado es una necesidad

  • De izq. a dcha. Ferran Riesgo, Marta Martínez, Luis Sánchez y Vega Cerezo

SANT VICENT DEL RASPEIG. No son pocas las trabas que pesan sobre las tapas de los libros: muchas personas ya les imprimen una fecha de caducidad en formato papel, otras les auguran un futuro incierto eclipsado por el audiovisual e incluso hay quien se aventura a considerar ciertos géneros casi acabados debido al auge de otros. Y no son los autores y autoras los únicos receptores directos de este balazo, sino toda una industria literaria en la que las editoriales también se ven inmersas. Con motivo de conversar sobre los desafíos que amenazan al sector editorial, el Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti (CeMaB), el Máster en Estudios Literarios de la UA y la Librería 80 Mundos organizaron ayer, jueves 23 de enero, una mesa redonda que estuvo moderada por el librero de 80 Mundos Ferran Riesgo y en la que participaron las editoras Vega Cerezo (de Penguin Random House) y Marta Martínez (Contraescritura), así como el editor Luis Sánchez (Boria Ediciones).

Bajo el título Editar en el siglo XXI, ¿un reto posible?, el coloquio pretende iluminar al alumnado del Máster en Estudios Literarios sobre el camino de la edición exponiendo "los desafíos que les surgen a los pequeños editores, la manera en que se desenvuelve el proceso desde que alguien presenta un borrador hasta que se vuelve en un libro, cómo se debe llevar a cabo ese desarrollo, qué hay en medio o qué es y qué papel juega una distribuidora", enumera los puntos a tratar Vega Cerezo. El mercado empresarial mantiene una actitud arrolladora, instaurando un abismo de oportunidades entre las grandes editoriales y las pequeñas, por lo que "tenemos que ser la resistencia, pensar que todavía existe una franja de conocimiento que se transmite a través de materiales perdurables como el libro", reivindica.

Una lucha que, además, se acentúa en la frontera desdibujada que separa -y une- la cultura y el ocio, este último un terreno "del que el libro empieza a formar parte, pero que compite en una desigualdad brutal, porque no da una garantía de placer como la que proporcionan los videojuegos, las plataformas de series y películas o los conciertos. El libro es una opción de ocio que requiere otras atenciones y que no tiene la inmediatez de satisfacción que sí incluyen otras opciones", comenta en contra de esta herramienta de lectura.

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