ALICANTE. Durante una intensa semana, Alicante ha entonado sin parar su himno de Fogueres. El pasodoble de Luis Torregrosa ha sacado la sonrisa, la alegría y el fervor festivo a cada alicantino o visitante que recorría las calles de la ciudad, pero esa música tenía unas connotaciones mucho más emotivas en la noche del 24 de junio, cuando ardían los monumentos. Ha sonado para despedir unas Fogueres que han significado todo un renacimiento. El de una ciudad unida para vivir en la calle su fiesta grande como nunca. Un ciclo en el que se pueden haber batido todos los récords de asistencia y participación, pero que, sobre todo, ha sido un nuevo ejercicio de superación colectiva.
Ese esfuerzo de todos, sostenido a lo largo del último año y culminado en estos días, ha hecho más profunda la emoción al dispararse la traca que, a las doce de la media noche (ni un minuto más ni un minuto menos), hacía arder primero las hogueras oficiales en la plaza del Ayuntamiento y, después, el resto de monumentos. Hasta 180, entre adultos e infantiles, repartidos por cada barrio de la ciudad, que han sido el mayor emblema y la demostración más grande de poderío, sumiendo a Alicante en el fuego durante horas.