VALÈNCIA.- Hace años que Mique Beltrán (Venta el moro, 1959), una de las referencias de la llamada Escuela Valenciana del tebeo de los 80, el padre de Cleopatra vuelve a las librerías por partida doble. Por un lado, Diabolo a reeditado Livingston contra Fumake, un guión suyo que Keko convirtió en cómic allá por 1986 en Madriz, y mientras Bromera presenta L'alegria de viure, su primer trabajo en valenciano y una obra para niños de la que se siente particularmente orgullos. De todo esto hemos hablado con él.
— ¿Sorprendido de que Livingston contra Fumake siga despertando interés?
— Mucho. La verdad es que cuando me lo propusieron tenía mis dudas, pero Keko, que lo había releído recientemente, me dijo que todavía tiene vigencia. Luego lo leí yo y vi que sí, que había aguantado muy bien el tiempo, y eso que estamos hablando de un cómic que se publicó en 1986, hace unos 35 años. Además, hay que agradecer a Lorenzo [Pascual], de Diábolo, que nos dio libertad total para hacerlo como quisiéramos: papel, formato... Ha sido magnífico a nivel personal volver a reencontrarme con Keko, aunque no habíamos perdido el contacto pero no habíamos vuelto a trabajar juntos, y toda la labor de recuperar el tebeo, reconstruirlo, buscar el material adicional…
— De hecho, sigue pidiendo a gritos una segunda parte
— Bueno… como historieta sí que hay personajes que podrían mantenerse, el tono… pero de momento no creo. Pero más que eso lo que estoy disfrutando son las críticas que veo en algunos blogs, de chavales que seguramente no habían ni nacido cuando se publicó, y que nos están poniendo por las nubes. Evidentemente, cuando reeditas un tebeo así piensas que hay un grupo de nostálgicos que lo muy bien, pero no me esperaba esa reacción de la gente joven.
— Y casi al mismo tiempo sale L’Alegria de viure. Años sin saber de ti y de repente dos tazas.
— Sí, es curioso. L’Alegria… ha sido también un proceso maravilloso. Algunas páginas ya se habían publicado en Xiulit, pero Bromera quería algo más, y quedaba mucho por hacer así que me ha tocado dibujar muchas páginas y trabajar en el guion para que tuviera cierta coherencia, que no fuera una simple enumeración de cosas. Para mí ha sido quitarme una doble espinita: primero, porque es mi primer trabajo en valenciano, y me apetecía mucho; y luego porque tengo hijos en la edad a la que se dirige así que tiene algo de reto. A esas edades si no se divierten lo cierran directamente. Pero además me ha gustado mucho la parte de documentarme, porque ahora hay que ir con pies de plomo: si te vas un poco sale alguien en internet y te cruje.