"Hace un año mi madre cobraba 700 dólares que ahora se han reducido en 70", me comenta muy gráficamente mi entrenador personal con el fin de explicarme la situación de Argentina a la vez que me desliza que él hubiera votado al susodicho en caso de residir en su país natal. Esto fue el pasado lunes, justo cuando le dije, con gozo y alivio, que Milei se había quedado el segundo, tras el inclasificable Sergio Massa (en teoría peronista, aunque muy distanciado del clan Kirchner); la calificación es muy compleja, como casi todo en Argentina (donde te sale un psicoanalista en menos que canta un gallo). Tierra trágame. Yo celebro a Massa como mal menor, y mi personal trainer lo lamenta con convicción. 70 dólares.
Argentina: casi la mitad de la población, 19 millones de personas, vive de un modo u otro del Estado, a pesar de una corrupción sistémica consolidada con creces por el kirchnerismo/peronismo. El 40 por cien de la población es pobre lo cual ha disparado exponencialmente la violencia en la calle, como ocurre en casi toda Latinoamérica. Y la guinda: una inflación al borde de 140%. Hace nada ganabas 700 dólares y ahora 70. Triste paradoja que sea el ministro de Economía el que haya ganado la primera vuelta.
Si yo fuera argentino, no votaría a Milei ni muerto: me parece un payaso descerebrado que vomita cuando le hablan de Keynes, que promete un paraíso ultra-liberal cuando los paraísos ya no existen salvo para los populistas, claro. Y, ojo, que niega los estragos que provocó la dictadura de Videla: es que se niega a calificar de dictadura esa cosa tan obscena que asoló Argentina entre 1976 y 1983. Una cosa es modular un Estado elefantiásico, y otra es aplicar la ley de la selva, legalizando incluso la venta de órganos; y rompiendo relaciones con el Papa Bergoglio por rojo. Pero no vengo a escribir de esto, sino de algo más profundo: ¿Estaré aplicando mi mirada eurocéntrica, democrática, políticamente correcta, hacia los problemas de un país que ha estado casi diez veces en las últimas décadas en suspensión de pagos? ¿Será mi entrenador, educadísimo, viajado y bien informado, un cafre? No pego ojo: ardo en deseos de resolver este dilema irresoluble. Por eso no pego ojo. Milei: La Libertad Avanza. Y una mierda pinchada en un palo.
Me pasa lo mismo con El Salvador y el 'regimen' que ha instaurado Nayib Bukele encarcelando en torno a 60.000 pandilleros tras construir la cárcel más grande del mundo, bajo la lógica de que muerto el perro, se acabó la rabia. Tengo dos amigos salvadoreños magníficos R. y M. que pidieron asilo político hace cuatro años en España huyendo precisamente de la brutal violencia de las maras que asolaban un país ya deprimido de por sí (guerra civil incluida, matanza de los jesuítas con Ellacuría al frente...). Son demócratas, gente instruida, gente de bien y tras muchas vicisitudes han hecho camino en Elche, con dos de sus hijos incluidos... ahora apoyan la mega-cárcel (Ecuador se está planteando lo mismo) porque por fin ha cesado el estado de terror en el que estaba sumergido todo el país, con una población que no llega a los 7 millones. Les digo que no se han respetado los derechos humanos tal y como denuncian Human Rights y Amnistía; les cuento que el problemón de El Salvador es estructural, educación y redistribución de la riqueza, les digo... es igual.
Hace un par de semanas vinieron los papás de R. y un hermano que vive en Alemania y les invité a un paellazo. Yo siempre haciendo patria. Todos contentos con el carcelazo en las afueras de San Salvador. Mi mirada eurocéntrica no sirve: la comprenden pero ahora viven más felices. Pueden pasear por las calles libremente, incluso de noche. Han resucitado los pequeños comercios y negocios, el transporte (esclavizados por la extorsión de los pandilleros); la oligarquía de las maras a la mierda...Me viene la máxima de Lenin: ¿Libertad para qué? Me acojono con ese tipo de pensamientos que justifican los populismos. Y no hallo consuelo. Solo algún que otro alivio: el PIS de Jaroslaw Kaczynski va a ser desalojado del Gobierno en Polonia. Una pequeña aleluya. Un verso al viento.