BENISSA.- No tenían pensado presentarse, siquiera, al FIESCREM, principal certamen de la cultura del ‘esmorzaret valencià’, en Xeraco. Era 30 de abril, miércoles. El concurso del mejor ‘cremaet’ del mundo les coincidía con el primer día de ‘bous al carrer’ en plenas fiestas de Benissa y las consecuentes jornadas maratonianas en El Palleter, el bar que gestionan Óscar Gosp y Marta Rojo.

Sin embargo, algo los empujó. El cremaet, un café que se sirve ‘tocado’ de ron u otros espirituosos, canela, granos de café, cítricos o toques creativos, es una bebida que dominan en El Palleter. Más que un café, es un ritual que acompaña almuerzos contundentes y sobremesas que se alargan, muy arraigado en la cultura gastronómica valenciana. “Nos insistieron para que nos presentáramos. Al principio no quería, era el primer día de ‘bous’ y al final lo hablé con mi socia, Marta, y allá que me fui”, rememora Óscar. Durmiendo solo cuatro horas, se presentó en el FIESCREM. Y lo ganó.

Jurado experto

La cuarta edición de este Festival del cremaet y el esmorzaret reunió a figuras destacadas del sector: chefs con estrella Michelin, barmans de renombre, periodistas gastronómicos y expertos. El jurado estaba formado, entre otros, por Javi de La Nueva Terraza (ganador de la edición anterior); Iván Talens, campeón nacional de coctelería; Carmen González, jefa de sala del restaurante Quico Moya con dos estrellas Michelin; Juan Carlos Galbis, pionero en lograr una estrella Michelin en Valencia; y el pedreguero Juan Salvador Gayà, periodista, escritor y divulgador gastronómico.

En ese contexto, un cremaet elaborado entre el cansancio de las fiestas y una dosis de creatividad se alzó con el primer premio en la categoría tradicional.

El toque diferencial

Y es que esta historia va más allá del trofeo: es el resultado de una idea sencilla, pero bien ejecutada. Marta fue quien propuso darle un giro suave al sabor tradicional. “Queríamos hacer algo distinto —explica—. Probamos con miel de romero que nos traen de Pego, porque es suave y le da un toque muy especial”. Esa dulzura ligera, junto a un buen café como base y el equilibrio entre los tres colores del cremaet —café, licor y espuma—, fue clave para convencer al jurado.

“Nosotros apostamos por el equilibrio, por una presentación limpia, una proporción clara y un sabor que se diferencie”, señala Óscar, ya en plena forma tras los días intensos de fiesta benissera.

El premio que importa, la confianza del cliente

Y para él, más importante que el premio es que la gente valore lo que hacen. “Prefiero que nuestros clientes disfruten de un buen producto, que aprecien lo que ofrecemos. Más que la publicidad del concurso, me quedo con eso, con clientes contentos”.

El Palleter no es solo un lugar para tomar cremaet. Es un bar con alma, con clientela fiel, con barra de las de siempre. “Hay días en los que soy más psicólogo que un psicólogo titulado”, bromea Óscar. “También corro como un futbolista, sin parar y, aunque estoy muy agradecido por tener trabajo, creo que a la hostelería se le debería apoyar mucho más. A veces no se valora todo lo que aporta a la economía de este país, y tampoco se enseña a trabajar, no hay demasiados estudios específicos”.

"Lo mejorcito está en Alicante"

Agradece también al Ayuntamiento de Xeraco por iniciativas como el FIESCREM, que dan visibilidad a tradiciones como el cremaet o el almuerzo valenciano. “Es parte de nuestra cultura, y hay margen para innovar sin perder la esencia”, destaca el encargado de El Palleter.

Una semana después de lograr el premio, la vida sigue en el bar, el trofeo luce en una estantería y Óscar Gosp no oculta otra pequeña satisfacción por el galardón: “Que haya ganado un representante de la provincia de Alicante es genial, aquí tenemos lo mejorcito”, explica con amplia sonrisa. El pique sano con comarcas como La Safor u otras de Valencia anima a la competitividad. En la categoría de cremaet creativo se alzó vencedor el restaurante Los Abetos, de Torrent.

Ahora, entre cafés y comandas, Marta sonríe cuando le preguntan si se piden más cremaets desde que ganaron. “Puede ser que sí”, dice, mientras sigue sirviendo sin pausa.

En el ambiente queda esa pequeña gran satisfacción compartida. Porque hay veces que presentarse vale la pena, a pesar del cansancio, y más con este final tan ‘mel de romer’.