VALÈNCIA. Eran los principios de los 90, internet aún no había llegado a los hogares y los jóvenes valencianos de la cultura otaku se reunían en la tienda de cómics Imágenes para poner en común las historias de su fanatismo extremo por el universo del cómic nipón. En los pasillos de esta mítica tienda lo compartían todo: desde reseñas de ejemplares llegados directamente desde Japón hasta opiniones sobre videojuegos, animes y bandas sonoras de las series que acompañaban su día a día. Todo esto hizo que naciera MangaZone, una revista especializada en el universo asiático que se creó de la mano de unos 15 colaboradores. Entre ellos se encontraban Luis Alís y Javier Bolado, quienes contribuían a la revista con sus artículos, reseñas y demás piezas en una tirada bimensual.
Los frikis (y futuros colaboradores de MangaZone) que visitaban Imágenes no dudaban en llevar a la tienda sus pertenencias más preciadas, por lo poco que llegaba a València desde Japón en ese momento todo era novedad: Mangas, figuritas y demás elementos de edición coleccionista se mostraban en los pasillos de la tienda como elementos reliquias, y generaban conversaciones de lo más interesantes. De esto nació la idea de crear el fanzine que luego se convertiría en MangaZone, para darle el espacio a esos relatos y para contar la historia del arte japonés en València.
La idea germen nació de José Javier Martínez, quien junto Alís convenció a una decena de “fans locos como ellos” de formar parte de ese proyecto para hablar sobre el mundo del cómic japonés: “Básicamente fuimos aprendiendo unos de otros de forma simultánea, nos íbamos prestando cosas y al leer lo que escribían los compañeros aprendíamos sobre todo tipo de temas”, explica Alís, "cada uno hablaba de lo que quería y todos aprendíamos de los otros" y tanto que aprendieron que ahora Alís es uno de los encargados de organización del Salón del Cómic de València.