ELCHE. No acabo de entender del todo el nuevo concepto del PSOE de la España multinivel, un neologismo conceptual que solo puede servir para una cosa: para que los partidos de la derecha y del centroderecha se tiren al degüello contra los socialistas ya que lo del multinivel se presta en principio a una interpretación casi unívoca: hay territorios de primera categoría, segunda categoría, de tercera y, si me apuran, de cuarta. El trasfondo no es otro que el de contentar a País Vasco y Cataluña a base de nuevas competencias y transferencias del Estado, cosa que ya practicó José María Aznar cuando ganó por los pelos en 1996 y necesitó del respaldo de los nacionalistas en el Congreso de los Diputados. Del mismo modo que Rajoy (no Pedro Sánchez) proyectó una inversión multimillonaria, 1.800 millones de euros, para la ampliación del aeropuerto de El Prat, en Barcelona, una ampliación que ahora rechazande plano Ada Colau, la CUP, Podemos y un sector del partido de Gabriel Rufián, Esquerra Republicana.
A mí estas cosas me aburren soberanamente: entre otras cosas porque llevamos con esta cantinela desde que se reinstauró la democracia en España. Alguien pudiera pensar que la España multinivel es como una suerte de caos creativo, de tensión constructiva, del que pueden salir cosas buenas. Ojalá. Otros pueden pensar que el Gobierno ya no sabe qué hacer para calmar los ánimos del independentismo catalán: ora les transfiero competencias para gestionar el MIR, ora desempolvo lo de El Prat, ora les doy 200 millones para no me acuerdo exactamente qué… y siempre desde una relación bilateral. Ahí sí que no hay dudas: las relaciones bilaterales se dan entre Estados. Y Cataluña, de momento, no es un Estado. Tampoco lo es el País Vasco, ni Navarra, las dos únicas comunidades con autonomía fiscal. Resuelven con el cupo (fijo) la transferencia de cero euros al Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales (variable).
En este estado de cosas, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, que ya acuñó hace mucho tiempo la idea del federalismo asimétrico, tuvo la idea hace tres semanas de reclamar al Gobierno de la nación una espacie de tasa, sin concretar nada, para los madrileños, con el fin de compensar al resto porque son más ricos que nadie por el llamado efecto capitalidad. Esta misma semana le dio alas el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, hasta que, transcurridos diez minutos como quien dice, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cortó de cuajo: “Esa propuesta no va a estar nunca en la agenda del Gobierno”. Bofetada para don Puig, como titulaba ayer este mismo periódico. Puig: Madrid nos roba.