ALICANTE. Alicante vive estas fiestas de Fogueres como un punto de inflexión. Después de tres años paralizados, los constructores están deseando quemar sus monumentos para iniciar de nuevo el ciclo. Quemar es resurgir. Sin embargo, también temen dar pasos atrás. En esta ocasión se han mantenido unos contratos megalómanos con estándares de 2019, pero la inflación y las subidas de precios en los materiales hacen temblar a estos creadores con las fiestas que vendrán el año próximo. Pedro Espadero y Sergio Gómez, autores de las hogueras oficiales del Ayuntamiento, consideran que, paradójicamente, el monumento está dejando de ser el eje de la celebración, a pesar de su nombre, y esta situación puede agravarse todavía más. Treinta y cinco artistas agremiados se juegan el tipo con una vocación en peligro de extinción.
— ¿Cómo habéis sorteado estos dos años?
— Pedro: Ha sido duro para todos los sectores, pero especialmente para el nuestro. Lo hemos superado gracias a las ayudas públicas y préstamos de amigos y familiares. Algunas comisiones de hogueras también han colaborado en la medida de sus posibilidades.
Sergio: La línea de trabajo que introdujo la Diputación de Alicante para crear decoración navideña sirvió de ayuda para mantener abiertos los talleres. La plantà de Fallas también nos sirvió para empezar a recuperarnos.
— ¿Consideráis que las administraciones públicas han estado a la altura de las circunstancias con este tipo de iniciativas o creéis que se han quedado cortas?
— Sergio: Lo fácil sería decir que se han quedado cortas, porque obviamente cualquier ayuda es poca en esta situación, pero entendemos que es un problema global, para todo el mundo, en todos los ámbitos empresariales. Lo que teníamos claro es que nosotros no queríamos solo subvenciones, sino que queríamos trabajar.
Para recibir las ayudas a autónomos tenías que estar dado de alta, pagando la cuota aunque no trabajaras, y al final era hacer un pan como unas tortas. Por el contrario, la convocatoria pública para la decoración navideña era trabajo tanto para nosotros como para todos nuestros equipos.
Pedro: Supongo que todos habrán hecho todo lo que han podido, aunque nos pueda parecer poco. Al final hemos conseguido salir vivos, y eso es lo importante.
— ¿En qué situación queda el gremio?
— Pedro: La situación de cada uno es diferente, porque cada uno lo ha pasado de una manera y tiene un futuro diferente. Lo bueno es que parece que ningún taller va a cerrar y eso es bastante positivo. En Valencia, por ejemplo, han cerrado muchos talleres. Evidentemente, unos lo han pasado peor que otros y tienen perspectivas de trabajo distintas.
— ¿Esta situación extraordinaria ha cambiado las relaciones entre artistas y comisiones de hogueras?
— Pedro: Nosotros hemos tratado de apretar lo que hemos podido y se han generado momentos de tensión. Las comisiones han recibido subvenciones que nosotros entendíamos que debían destinarse a los artistas y ellos pensaban que no. Necesitábamos que nos ayudaran porque nosotros llevamos tres años guardando en nuestros talleres sus hogueras. De alguna manera, había que compensarlo. Al final se llegó a un acuerdo y este año ya podemos celebrarlo.
Las relaciones comisión-artista siempre han sido buenas y siempre han sido tensas. Hay momentos complicados también en el proceso de diseño o en la plantà. En este momento, han pasado tres años desde que se contrataron las últimas hogueras. Los contratos están pactados en 2019 y, de seis meses aquí, el aumento de los materiales y transportes se ha disparado. Lo que digamos se queda corto.
Viene, por supuesto, una contratación muy complicada para 2023 porque los proyectos han subido tres años en cuanto al coste de vida, sobre todo en los últimos seis meses, en los que algunas cosas se han disparado un 200%. Por el mismo dinero, incluso menos porque están bajando las colaboraciones de los sponsors de las comisiones, tendremos que poner menos material.