Ya tenemos lo que mayoría quería, en la fecha menos molesta para los barones socialistas. Habrá elecciones el 28 de abril, con la votación de los Presupuestos Generales del Estado calentita, y las cartas boca arriba, y con la foto de la Plaza de Colón en la retina. Las tres derechas están dispuestas a sumar: decayeron los prejuicios de hacerse la foto con Vox -ahora veremos cómo reacciona el electorado más centrista de Ciudadanos- y la izquierda, con Pedro Sánchez, deberá armar otra mayoría, con independentistas, pero posiblemente en otro contexto, o con otro equilibrio de fuerzas.
El compañero Ximo Aguar ha descrito con acierto los caminos o consecuencias que con esta convocatoria se abren para el Gobierno valenciano: se puede aprovechar de la movilización que genere del discurso de Pedro Sánchez, que ahora tiene relato; pero es que, en caso de derrota, puede hacer las consecuencias de una mayoría de la derecha en el Congreso de los Diputados.
Sea como fuere, el partido será a doble vuelta para todas las fuerzas políticas, con matices importantes en la Comunitat Valenciana. Pero más allá del resultado, difícil de anticipar, los comicios generales sí que van a dejar algunas claves. Sobre todo, en los grandes partidos.
Por ejemplo, a diferencia de lo que pasó en 2015 y 2016, ésta vez, todo hace indicar que los candidatos del PSOE en las tres circunscripciones de la Comunitat Valenciana los ponga el sanchismo, o la dirección federal. Todo hace indicar que Alejandro Soler lidere la lista en Alicante, y José Luis Ábalos en Valencia. Ximo Puig, salvo sorpresa, sólo podrá aportar nombres.