ALICANTE. La publicista alicantina Cecilia Martín y el diseñador gráfico valenciano Dídac Ballester han firmado la nueva imagen de marca del área de Cultura del Ayuntamiento de Alicante. Una identidad corporativa con la que, desde el Consistorio, pretenden impulsar la oferta cultural municipal. Programa que llega a acumular más de un millar de actividades para todos los públicos a lo largo de un año y que, en ocasiones, pasa desapercibido. El alcance de todas esas iniciativas puede crecer y el objetivo es, por tanto, llegar cada vez a más público. Por ello se ha presentado un nuevo concepto gráfico y un mensaje que sea capaz de conectar mejor con la gente de todas las edades, para que la cultura sea, cada vez más, uno de los motores de actividad de la ciudad y uno de los principales atractivos para el turista nacional y extranjero.
La base estaba. Hay una agenda muy intensa, un patrimonio histórico diverso y de gran valor, grandes personajes ilustres, salas con todo tipo de proyectos culturales, programas con largo recorrido y un público fiel, etcétera. Sin embargo, “se percibía dispersión y desconocimiento sobre la agenda; se hacía necesario crear una cultura comunicativa”, según describe Martín. “La comunicación estaba obsoleta porque había oferta, pero no identidad”, añade. La marca Alicante Cultura ya cumplió su papel y necesitaba un restyling. “Había que usar más las nuevas tecnologías y unificar la imagen, pero manteniendo la individualidad de cada proyecto, ya que eso es precisamente lo que hace la cultura”, explica la publicista.
Para definir esa nueva marca se llevó a cabo un amplio estudio con entrevistas internas y externas que permitían ver cuáles eran las sensaciones y las expectativas. “El punto de partida y a la vez uno de sus pilares es que se trata de una ciudad abierta, luminosa, alegre, positiva, en la que dan ganas de vivir; un lugar amable y cercano”, describe Martín. Algo que, al mismo tiempo, no podía convertirse en un inconveniente. Ese es el principal reto. “No todo tiene que ser sol y playa”, añade. Por tanto, había que fijar la hoja de ruta “para establecer qué tipo de ciudad cultural debe ser y que esa oferta, que es para todos, pueda expandir su alcance”.