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La ermita por la que no pasará la ruta del Camp d'Elx: el caso del Molar y otros bienes patrimoniales a la espera

  • Arcos de la ermita del Molar / AP

ELCHE. Hace unos días se anunciaba que los próximos 12 y 13 de noviembre tendrá lugar la Ruta de les Ermites del Camp d’Elx, organizada por el Ateneo de la Policía Local en el que con un espíritu lúdico-deportivo, se recorrerán diversas ermitas del término municipal. Aunque obviamente no pasará por todas, hay una por la que no se 'puede' por su progresivo estado de degradación: la Ermita del Molar. Un templo del siglo XVIII, del antiguo poblado de San Francisco de Asís en la Sierra del Molar, que está en manos privadas, un caso paradigmático porque en su caso hay voluntad de rehabilitación. Y ha habido intentos de darle un uso, sin embargo, por falta de apoyo a los propietarios, sigue deteriorándose día a día. Al igual que otros elementos que en este 'inicio de curso' vuelven a la palestra.

Los orígenes de La Marina

En su caso, la ermita es un bien de gran relevancia, que forma parte del patrimonio rural, así como cultural e histórico del municipio. Y que según la Ley de Patrimonio valenciana, debería estar protegido y restaurado, pudiendo ser ayudado por la administración pública si la propiedad no puede hacerse cargo. El antiguo poblado estuvo habitado hasta 1884, fecha en la que se abandonó por la situación de epidemias, y cambió su ubicación, constituyendo el núcleo urbano de La Marina en 1885. Según Santiago Pérez, hijo de Margarita Fuentes, propietaria del inmueble —heredado de su padre—, la primera piedra del templo se puso el 29 de abril de 1791, siendo fundada por el obispo José Tormo. Según el arquitecto Gaspar Jaén, la misma debió ser obra de alguno de los arquitectos que trabajaban para el obispo.

En ella se construyeron dos viviendas adosadas y el templo se desmanteló para la construcción de otro a imagen y semejanza en la pedanía. Así pues, quedó para casa dedicada a la agricultura y ganadería. Se considera que la misma está dentro del movimiento neoclásico, tratándose de una de las pocas obras 'cultas' del campo ilicitano, con esos arcos majestuosos que aún lucen en pie. Se trata de una iglesia de planta única con contrafuertes, ocupado por capillas, diseñada según el orden dórico romano. En la entonces finca agrícola es donde vivió su infancia el abuelo de Pérez, y que acabó adquiriendo con su trabajo como agricultor. 

Intentos en balde para la rehabilitación

Sin embargo, mientras que en algunos casos el patrimonio privado está abandonado por desinterés de los propietarios, en el caso de la ermita del Molar, la familia ha intentado desde distintos ámbitos impulsar su rehabilitación y uso desde hace veinte años. Aunque hubo algún intento en la época final de Diego Maciá de trasladar la fachada principal de la iglesia a una rotonda en la entrada de La Marina, por parte del alcalde pedáneo, los esfuerzos de mayor relevancia llegaron más tarde. Explica Pérez que entre finales de la década de los 90 y principios de los 2000, "estuvimos viendo ayudas Leader financiadas con los fondos europeos Feder, a través de personas que trabajaban con ellas en la Vega Baja para poder rehabilitarla. Por aquellas fechas estas ayudas también podían ser utilizadas para poner en valor patrimonio privado con la condición de que estuvieran abiertas al público 120 días al año".

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