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y así, sin más

La agonía del pantalón pitillo

ALICANTE. Lo veo por la calle. Lo confirmo en mis conocidos. La confrontación está latente. El pantalón campana va ganando la batalla. Las perneras se han hecho grandes, los setenta y ochenta han vuelto. El recuerdo de Studio 54 se respira en el streetstyle.

Los pitillos llevan alrededor de diez años en nuestros armarios y estilismos, lo que significa que su desaparición está cada vez más cerca. Aunque su despedida ha sido varias veces anunciada en estos últimos años, lo cierto es que no acaba de convencernos eso de tener que olvidarlos. Hay algo que tienen los pitillos que nos hace caer de nuevo en su tentación. Puede que sea un tema de comodidad o que simplemente nos hayamos adaptado tanto a esa silueta que cueste verse con otras. El caso es que después de unos años, toca cambiar y evolucionar nuestros estilos. De eso trata la moda, ¿no? De decir 'adiós' de forma temporal a viejos amigos y atreverse a salir de la zona de confort.

Muchas veces se ha confirmado que los pantalones pitillo no son buenos para la circulación de nuestras piernas. La moda de llevar un vaquero tan apretado y ceñido pasa factura en nuestra piel. No hace falta ir dentro de una segunda piel para decir al mundo que tenemos unas piernas bonitas. La figura será igual de atractiva si llevas otro tipo de pantalón que, además, te deje respirar.

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