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EN LA FRONTERA

José Joaquín Moya, el rostro trincón del PSOE

  • El exalcalde de Bigastro durante 25 años, José Joaquín Moya (PSPV-PSOE) / Foto: EFE/ Morell

El exalcalde de Bigastro, el socialista José Joaquín Moya, se ha convertido en el personaje del mes tras tres condenas judiciales en esta misma semana que se suman a otra de hace escasos meses: en total 11 años de prisión por distraer en distintas tandas un montante de 600.000 euros en números redondos. No sé si el valor del botín está actualizado o es el valor del dinero de la década de los noventa y de la de 2.000. Molla fue alcalde de Bigastro de 1983 a 2008, año en el que la Guardia Civil lo detuvo y esposó en su despacho para incautarse de todo tipo de documentos. Malversación, cohecho y delitos contra la ordenación del territorio (reclasificaciones  escandalosas de parcelas rústicas por urbanizables). Además de alcalde, ejercía de jefe comarcal del PSOE en la Vega Baja, tierra de desdichas en estas materias como ya deslicé hace un par de semanas: cava de lujo, comilonas de alto nivel, la Ruta de la Alcachofa (para engatusar además a posibles inversores del ladrillo). La vida loca en síntesis.

Moya era muy famoso cuando yo espuntaba como periodista a comienzos de los 90, en la edición alicantina del ABC. Moyica Copón: siempre se referían a él con este apodo barriobajero, soez. En la Expo de Sevilla, 1992,  adquirió renombre por tirar con pólvora de rey que es lo que hacían muchos, ojo, cosa que no le exime de esa fanfarronería que gustaba de exhibir. Entonces era también diputado de Turismo en la Diputación, con Antonio Mira Perceval de presidente. Eran tiempos de los alcaldes chulapones que todo lo veían y lo vivían a lo grande, como el socialista Roberto García Blanes en Elda, que luego fue recolocado por Eduardo Zaplana en IFA y se empeñó en una feria de caballos que casi arruina la institución. G. Blanes, que se sepa, no se tiró al trinque. Y seguro que hizo cosas buenas, lo mismo que Moya aunque éste entendió la política como una máquina tragaperras salpicada de maletines y turbios pagarés de los sobornos.

En 2008, como ya se ha apuntado, le cerraron de cuajo el chiringuito y lo despacharon del partido: orden directa de quien entonces estaba al mando del PSV-PSOE, Jorge Alarte. Y de su lugarteniente Elena Martín. Una semana antes de su detención, habían detenido a un concejal de San Fulgencio, Juan Antonio Gamuz, también por corrupción urbanística. Evoco a nuestro protagonista como excusa para evocar toda una época de impunidad y de mucho descaro (cociéndose estaba el caso Brugal y los trajines del empresario Ángel Fenoll). Un medio tufo far west y un tufazo tabernario. No sé: yo creo que da para una película. La Vega Baja como estigma. Hiperbolizo. Con Moya se acaba una égida de tráfico al menudeo, también al por mayor. Toco madera. A pesar de todo lo que ha llovido, siempre hay algún  Tito Berni para jodernos el cuento. Chanel, cocaína y Dom Pérignon.

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