VALÈNCIA. Todo el mundo recuerda el momento en el que su cabeza hizo click, ese punto de no retorno en el que aparece una aspiración que de primeras parece inabarcable, pero con el tiempo baja a la tierra. Para el diseñador valenciano Jonatan Catalan ese momento fue en 1996, cuando vio en el cine la película de Toy Story. Después de esa proyección supo que quería comprometer todos sus esfuerzos a generar algo parecido en el futuro, y lo que no sabía ese joven Jonatan es que lo que haría sería aún mejor. A día de hoy Catalan cuenta con un Emmy en la vitrina de su casa, en València, y hace apenas unos meses se alzó con la estatuilla más venerada del mundo del cine: El Óscar. Ese señor dorado llegó a sus manos gracias a su trabajo de animación en el corto de El limpiaparabrisas, dirigido por el animador madrileño Alberto Mielgo.
A día de hoy Catalan trabaja desde la terreta, pero para lograr este tipo de acuerdos y convenios ha tenido que pasar por mucho. Comenzó trabajando en proyectos pequeños al principio, más bien ligados al mundo de la publicidad. Hizo pequeñas campañas para Nokia, Bimbo… y ahí contempló que realmente eran pequeños pasos para llegar a dedicarse a ello: “A través de la publicidad vi que sí que se podía vivir de esto. Así que empecé a probar nuevas técnicas y a implicarme a fondo”. Un mantra se ilumina tras la cabeza de Catalan justo antes de comenzar su charla, en este su nombre se ve justo debajo de una frase motivacional que dice así: “Aprende, mejora, repite”. Tres claves para pasar de iluminar un móvil para un comercial de Nokia a animar hasta el último pelo del personaje protagonista de una película de Dreamworks. Del salto de la televisión a los cines y de Alaquàs al mundo entero. Una historia animada y dirigida por Jonatan Catalan, con muchas correcciones