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Joaquín Santo Matas: en el hábitat de la cultura

  • Joaquín Santo Matas.

ALICANTE. Se nos ha ido de manera muy rápida -en poco más de un mes- Joaquín Santo Matas, todo un protagonista cultural en Alicante durante las últimas décadas. La noticia recibida semanas atrás por parte de su esposa María José, de que estaba ingresado y grave, vaticinaba el final inminente, sin posibilidad de esquivar. Y entonces es cuando se percibe el valor de los recientes WhatsApps cruzados y por qué uno quedó sin contestar, y también se acude al recuerdo de los encuentros menos lejanos y a la evidencia de la foto última.

Con Santo se va un activo cultural que ha estado presente desde su juventud en numerosos retos, instituciones y sociedades, que se ha ocupado de investigar la historia de su entorno, que se ha acercado culturalmente a las fiestas de Hogueras y Semana Santa en su ciudad natal, que ha participado en jurados de arte y literarios, ha firmado artículos en prensa -políticos, históricos y hasta crónicas de fútbol-, que ha publicado libros, que ha sido un eficaz divulgador de la cultura de Alicante.

No hay duda de que en su trayectoria hubo tres actividades a las que, por tiempo y relevancia, pudo dedicarles una mayor dedicación: la de su etapa política como diputado en las Cortes Valencianas durante ocho años (1983-1991), la de su dirección del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert durante seis años (2003-2009) y la de sus últimas funciones como miembro del Consell Valencià de Cultura desde 2018. No fueron las únicas, pero sí las más importantes.

De esas tres experiencias tuve la oportunidad de compartir con él la etapa del Gil-Albert como subdirector de Publicaciones de su equipo, y curiosamente en mis años después de director de la misma institución fue él quien formó parte del mío como subdirector de Patrimonio histórico-artístico. Anteriormente habíamos coincidido en las juntas directivas del Ateneo de Alicante y en la de la sección provincial de la Asociación Española de Amigos de los Castillos en mi periodo como presidente, y en los últimos años era él quien presidía otro lugar de encuentro: el del jurado del Premio internacional de cuentos Gabriel Miró de la Fundación Mediterráneo. Todo ello, unido a las numerosas ocasiones en que compartimos mesas en actos culturales, presentaciones de libros, congresos o ruedas de prensa nos generó una larga relación de amistad. 

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