INNOVACIÓN

Materiales que piensan: la revolución del hábitat sostenible

La transformación del sector del hábitat está avanzando hacia un modelo en el que los materiales ya no son únicamente elementos estáticos, sino componentes capaces de participar activamente en la sostenibilidad, la eficiencia y el bienestar en los espacios que habitamos

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ALICANTE. En la Comunidad Valenciana, los institutos tecnológicos integrados en REDIT están trabajando en soluciones que tienen en cuenta todo el ciclo de vida de los materiales, desde su origen y fase de producción, hasta su comportamiento durante el uso y su tratamiento al final de su vida útil. Esta perspectiva común genera una línea de innovación que apunta hacia un hábitat basado en materiales regenerativos, reciclables, funcionales y adaptativos, capaces de responder a desafíos tan diversos como el tratamiento de residuos industriales, la mejora de la calidad del aire interior o la adaptación de las ciudades al cambio climático. La Red, con el apoyo de la Dirección General de Vivienda, está impulsando una línea para dar a conocer estas soluciones para que se beneficien las empresas que trabajan en el hábitat y la construcción 4.0.

Cerrar el ciclo: del residuo al recurso

 

Uno de los ejes más visibles de esta transformación se encuentra en el desarrollo de materiales orientados a la economía circular. En esta línea se está trabajando en varios proyectos que presentan un rasgo en común: parten de un residuo para convertirlo en recurso.

Un centro que está trabajando mucho en esta línea es INESCOP. Por ejemplo, CIRCADH II aborda el uso de adhesivos termofusibles de poliuretano reactivo en la industria del calzado. Aunque presentan ventajas respecto a adhesivos convencionales, estos materiales generan problemas tanto de toxicidad como de reciclabilidad, ya que dificultan la separación de componentes una vez el producto llega al final de su vida. El proyecto investiga adhesivos con mayor adhesión inicial que, posteriormente, puedan perder sus propiedades adhesivas, permitiendo desmontar el producto y facilitar su reciclaje.

El desafío del reciclaje en el sector calzado también se observa en REVALOOP, que trabaja con el EVA, un material flexible y ligero pero difícil de reciclar por su estructura química. El objetivo aquí es reintroducir EVA reciclado en nuevas espumas mediante procesos de extrusión reactiva en continuo, evitando así que termine en el vertedero.

 

Si estos proyectos se centran en procesos físico-químicos para recuperar materiales, BIOPUCRAQ explora una vía diferente: la biológica. Su propósito es degradar poliuretanos mediante enzimas y microorganismos, para obtener nuevas materias primas a partir de residuos industriales que actualmente no tienen salida circular.

 

En paralelo, la economía circular se extiende más allá de la fabricación industrial. Desde INESCOP, AITEX y AIJU otro de los proyectos impulsado es HOR-Eco. En este caso, trabaja con los residuos multicomponentes generados por el sector HORECA, desarrollando tecnologías de pretratamiento y guías de ecodiseño para que hoteles y restaurantes puedan transformarlos en materiales reciclados de alto valor, reforzando la sostenibilidad en un sector clave para la Comunitat Valenciana

Y cuando estos residuos se transforman no solo en materia prima, sino en componente estructural, se abre otra dimensión de innovación: MATCON3D, desarrollado por el centro Aimplas desarrolla estructuras híbridas mediante fabricación aditiva multimaterial, combinando termoplásticos reciclados y geopolímeros elaborados a partir de residuos de construcción y demolición. Su objetivo es reducir el uso de cemento Portland y promover materiales duraderos y reciclables, diseñados incluso para absorber contaminantes en su fase de uso.

 

En todos estos casos, el hilo conductor es evidente: el residuo no se elimina: se transforma y se reintegra, redefiniendo su papel en el hábitat.

Espacios interiores más seguros y saludables

 

Mientras estos proyectos abordan el origen y el fin de la vida de los materiales, otros se centran en cómo afectan al bienestar cotidiano de las personas.

CLUSKER, impulsado por AIMPLAS, por ejemplo, utiliza recubrimientos fotocatalíticos y adsorbentes para desarrollar baldosas cerámicas capaces de eliminar olores y reducir microorganismos en interiores con poca ventilación. Además de mejorar el ambiente interior, su diseño facilita la valorización al final del ciclo de uso.

La seguridad también se aborda desde una perspectiva predictiva. PROFOC, desarrollado por AIDIMME, diseña una herramienta que permite anticipar el comportamiento frente al fuego de distintos materiales, basándose en datos experimentales y modelos. Esto facilita la toma de decisiones informadas por parte de fabricantes y diseñadores, y orienta el desarrollo de productos hacia soluciones más seguras.

 

A su vez, NEOCOMP, impulsado desde AIMPLAS, trabaja en materiales compuestos ignífugos de altas prestaciones, utilizando fabricación aditiva y matrices de polímeros termoplásticos reforzados con fibra continua. Se trata de soluciones ligeras, resistentes y reciclables, concebidas tanto para construcción como para movilidad.

 

Aquí la transición es clara: si en el bloque anterior los materiales se pensaban desde su origen, ahora se diseñan pensando en cómo vivimos con ellos.

 

Clima urbano y cerámica adaptada a la ciudad

 

La cerámica, históricamente asociada a la arquitectura mediterránea, aparece aquí con funciones ambientales.

ECOSISCER I, impulsado por el centro ITC-AICE, desarrolla un pavimento de hormigón permeable con residuos cerámicos, diseñado para incrementar la infiltración del agua de lluvia y mejorar la gestión de recursos hídricos en entornos urbanos.

 

En continuidad con este enfoque ambiental, ECOSISCER II investiga la integración de fachadas cerámicas como jardines verticales, con el fin de mejorar la eficiencia energética de los edificios y contribuir a su descarbonización.

 

Por su parte, CERCAF, también desde ITC-AICE, se centra en la adaptación climática: desarrolla superficies cerámicas frías que reflejan la radiación solar, contribuyendo a mitigar el efecto isla de calor en ciudades expuestas a olas de calor extremo.

 

Los tres proyectos comparten una visión común: la cerámica deja de ser un revestimiento para convertirse en infraestructura climática.

 

Materiales que miden, registran y comunica

 

El siguiente paso es la materialidad conectada. En este sentido, CITISENS, desarrollado desde AITEX, investiga materiales compuestos inteligentes aplicables a estructuras textiles, capaces de monitorizar parámetros ambientales, diagnosticar la integridad estructural y detectar eventos mediante sensores. Estos materiales pueden interconectarse con sistemas IoT e incluso captar energía del entorno, lo que permite su uso en ciudades y edificios que se monitorizan a sí mismos.

 

Lo que conecta a todos estos proyectos no es solo la innovación técnica, sino una filosofía común: pensar los materiales como sistemas completos, que nacen, se transforman, interactúan y vuelven a comenzar.

 

La ciudad del futuro no se construirá únicamente con nuevos diseños, sino con nuevas materias.

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