ALICANTE. Es todo un placer descubrir una historia que no conocías gracias a un libro. Eso es lo que sucede leyendo El Juramento de Tortosa. La Leyenda de la Orden del Hacha, de Verónica Martínez Amat, afincada en Petrer. Y es que su historia basada en la Orden del Hacha, únicamente integrada por mujeres guerreras, es bastante desconocida. “Que la historia de la Orden del Hacha no sea tan conocida como lo puedan ser otras se puede deber a diversos factores”, comenta la autora.
“En principio, no ha quedado documentación escrita que confirme que este hecho fuera así, aunque sí hay vestigios que que de alguna forma lo atestiguan como, por ejemplo, un cronista del siglo XVI que recuerda haber visto en casa de una familiar la esclavina con el hacha bordada que usaban las mujeres tras la concesión del conde Ramón Berenguer IV de esta Orden de Armas, o los privilegios y derechos de las mujeres tortosinas y que todavía permanecen hoy en día, y que quizás tienen su principio en esta merced del conde en el siglo XII”, dice Martínez.
Es triste que una orden así haya estado tan oculta a nuestros ojos. “Por otro lado, la historia está escrita por hombres, destacando y magnificando siempre esos “hechos de hombres”, situando en la mayoría de las ocasiones a la mujer en un segundo plano, cuando no en la marginalidad de los relatos, y este puede ser otro factor de que la leyenda de la Orden del Hacha haya quedado relegada como un hecho menor”, señala. Sin duda, era una historia que había que contar.
“La motivación de escribir esta novela, en donde se destaca la firmeza, la valentía y el compromiso de las mujeres tortosinas, reforzó mi convicción de que muchas mujeres han quedado olvidadas en su más que reconocible trascendencia en la Historia de la Humanidad. Y el conjunto de todo ello me supuso un reto añadido en mi deseo de plasmar por escrito el devenir de la historia de los hechos que constituyen el soporte de esta novela”, sentencia.
Como apunta la sinopsis del libro: “En 1149, tras conquistar Tortosa de manos de los andalusíes, el conde Ramón Berenguer IV marcha a Lérida. Poco tiempo después, aquellos a quienes les fue arrebatada la ciudad del Bajo Ebro vuelven para intentar recuperarla, comenzando así un largo asedio en el que las esperanzas cristianas se ven gravemente amenazadas”, ya te pone los dientes largo. Con todo, una novela histórica tiene que tener una buena documentación.
“En primer lugar, tengo que decir que soy una apasionada de la Historia de España y, sobre todo, de aquellos rincones ocultos u olvidados de nuestra historia a los que me gusta dar voz en mis novelas”, aclara la autora. La leyenda de la Orden del Hacha es uno de ellos, así como lo fueron las hazañas en el siglo XVIII del Regimiento Galicia en tierras escocesas de mi primera novela, El paso de los españoles, o la participación de los guerreros almogávares en la conquista de Valencia junto a las huestes de Jaime I en mi tercera novela, Mirada de gato.
Aún así, llegar hasta la historia de estas mujeres tuvo que ser una gran sorpresa. “Conocí esta gesta protagonizada por las mujeres tortosinas allá por 2017 mientras buceaba por Internet, y ya no pude sustraerme al encanto de poder narrar un hecho donde las mujeres, casi siempre colocadas en un segundo plano de la Historia, y más en épocas tan antiguas como fue la Edad Media, fueron protagonistas y equipararon su valentía y coraje al de los hombres de la época”.
Verónica Martínez es una de esas escritoras que se atreven a sumergirse dentro de la historia para rescatar relatos y sacarlos a flote y el proceso de investigación se antoja difícil. “El proceso de documentación de El juramento de Tortosa: la leyenda de la Orden del Hacha fue arduo, pero muy enriquecedor”, reconoce. “Varios viajes a Tortosa para pulsar in situ la herencia medieval de la urbe, conocer el Castillo de la Zuda (convertido actualmente en un Parador Nacional), recorrer las calles y los portales, visitar museos, ermitas, barrios, las inmediaciones del río Ebro, contactar con personas especializadas en la Historia de Tortosa, etcétera. Todo ello me permitió confeccionar mapas que pudieran acercarme a cómo sería la ciudad en el medievo”.