No sé si el hecho de haber estudiado en una universidad católica, del Opus Dei, me ha acentuado el espíritu crítico, hiper-crítico, o, incluso, gamberro. No lo sé. Sí que sé que en lingüística pasaban de puntillas el estructuralismo, la semiótica, Roland Barthes, y todo eso: marxismo. Allá que iba yo a comprar libros prohibidos, aunque me sonara todo un poco a indochino. El Opus de los 80 era muy riguroso, las cosas han cambiado. Tengo algún que otro amigo en La Obra: nos respetamos y pasamos de puntillas asuntos en los que no puede haber puntos de encuentro: no es censura, es aplicar la elegancia en la amistad, querido J.S.
Digo Barthes, o digo los poetas prohibidos, Rimbaud, que lo obviaban en aras, decía el profesor de Análisis de Discursos Literarios, a establecer un muro de contención contra el decadentismo. Allá que íbamos unos cuantos a inyectarnos en vena a Rimbaud, y al que hiciera falta. En este sentido, le debo una a la Universidad de Navarra. O dos. También profesores que rozaban la excelencia. Alfonso Nieto. Y Luka Brajnovic, croata, que nos enseñó a distinguir la pluralidad de la ya extinta Yugoslavia.
Corren tiempos en los que escasea mucho, tirando a muchísimo, la heterodoxia. Fernando Sabater, Vargas Llosa, Trapiello (pelín desatado)… Bajo de la nube, un espacio plomizo y farragoso. Un tostón. Y me topo en este ejercicio de memoria con Enrique Martín, ex presidente del CEEII (Centro Europeo de Empresas Innovadoras) de Elche, de la extinta patronal COEPA, de donde lo desalojó el diario Información tras desvelar su retroactiva militancia en Falange, de INECA, y de mil cosas más. Desde Ibidem Abogados, donde figura como socio director, se ha expandido a Murcia, con fuerza, y se acaba de consolidar en Madrid a través de una joint venture con Illescas Asociados, a la vanguardia de la protección legal de las marcas de innovación tecnológica, donde don Martín es ya todo un referente. Las caza al vuelo. También se ha especializado en la protección del derecho al honor y a la propia imagen.
Enrique Martín, abogado y jurista, es la mosca cojonera de la elite empresarial alicantina, y de la Comunidad Valenciana. Un heterodoxo de tomo y lomo, un agitador nato. Y a veces dice verdades como puños: desde el Cap i Casal se ningunea a la provincia de Alicante; fomentando, desde la Generalitat, voces más o menos dóciles, amables, en el ámbito empresarial, también en el plano político. Eso le costó la interrupción de sus artículos en El Mundo, cuando todavía existía la edición local y regional. Enrique Martín es la heterodoxia andante, que lo mismo te cita de cabo a rabo la poesía del Siglo de Oro, que te argumenta su oposición al keynesianismo (salvo excepciones).
Paso por alto algunas de sus ensoñaciones, como la de resucitar el Sureste de España (Alicante-Albacete-Murcia) o ese cantonalismo alicantinista que le puede. O cuando de ciento en viento recae, de manera romántica, en la melancolía del verticalismo. Le gusta provocar pero al fin y al cabo no deja de ser un puro nervio desde la sociedad civil. Y eso me gusta (bastante, tirando a mucho). También me gusta que no alardee demasiado de su vocación de filántropo, responsabilidad social corporativa, que lo mismo tira la casa por la ventana en apoyar a los negritos de los países pobres, que se desvive por el Museo Agrícola de Puçol, en Elche. O por el Misteri. O….Martín es un heterodoxo con un punto de gamberro. Fetén. Un gamberro culto y generoso. Amigo de sus amigos. Y Triunfador, sois Ignacio General de la Compañía Real que Jesús con su nombre distinguió. Ahí es donde le escuece a algunos.
Francisco Sánchez, director del CEU-Elche, es otro de mis heterodoxos favoritos: por su humanismo. Por su biografía personal (que lo engrandece). Por su bonhomía. Hace unos cuatro años, los colectivos gitanos de Elche, Isaac Motos, me pidieron que mediara con Paco para la admisión en el CEU de unas chicas que querían estudiar Magisterio y que no tenían recursos económicos suficientes. Resolvió el asunto en 10 minutos. Hace más años, cuando era alcaldesa la popular Mercedes Alonso, el Ayuntamiento vetó la cesión de las instalaciones del Centro de Congresos a la Fundación Elche Acoge, con Rita Mari Coves al frente, y servidor de colaborador activo, para el acto anual que celebra la ONG y que en la ocasión a la que me refiero se galardonó a la Plataforma Anti-Desahucios. Paco, ¿nos podrías prestar el salón de actos del CEU? Cinco segundos. Sí. ¿Estás seguro?, mira que traemos a todo el rojerío? Sí, estoy seguro. Y allí que vinieron todos, atronadores: "¡Sí se puede!, ¡Sí se puede!".