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Más allá del mullet

Entre pelucas y enredos: todo el arte que crece desde el pelo

  • Bola de pelo hecha por Sara Reyes (Foto: GUILLE BESES)

VALÈNCIA. Si uno presta atención al pelo, este puede contar historias: un recogido enmarañado puede significar estrés y falta de tiempo, un engominado puede pretender impresionar y el pelo planchado puede intentar ocultar algunos rizos rebeldes. En la ficción, el pelo es protagonista de relatos como el de Rapunzel, Ricitos de Oro o la historia del temible pirata Barba Azul y otros cuentos en los que el vello se convierte en protagonista más allá de la estética. 

En la actualidad hay algunas creadoras que trabajan con el pelo como herramienta, y que se enredan con su forma y su teoría para poder presentarlo como un arte. Ellas son Sara Reyes, Andrea Carilla y Oneka Valgoe y con sus proyectos tejen un nuevo relato de la melena como producto cultural único. Su relectura les permite comprender este elemento que se posa sobre nuestras cabezas -y en muchas más partes del cuerpo- al que le dan un nuevo significado a través de su obra. Con motivo de desenredar sus historias, Culturplaza peina sus proyectos desde la raíz hasta las puntas con mucho esmero.

El arte que se hace bola

La artista valenciana Sara Reyes trabaja con el cabello y lo comprende como un desecho con el que se puede hacer arte. Bajo esta filosofía comienza a acumular pelo de peluquerías, de amigas y el suyo propio para generar una enorme bola que se convierte en su obra. Reyes, que trabaja con el pelo como elemento desde el año 2021, y con la bola busca generar algo “sencillo y absurdo” que responda a su necesidad de crear un arte único.

Contando con la documentación fotográfica de Guille Beses fueron a una peluquería de barrio a hacerle fotografías a la bola y de ahí surgió la idea de pasear la creación por otros escenarios a modo de performance: “Queríamos ver qué reacciones provocaba y ver cómo la gente tenía que enfrentarse a ella. Es una cosa absurda que genera interés, y que hace que las personas que se la encuentren por la calle tengan una sensación espontánea sobre esta. No es como cuando vas a un museo y ves una obra de arte, ahí vas preparado”, señala la artista.

Beses, compañero del viaje de la bola, explica que mientras paseaban con esta por la calle "en cualquier momento podía haber una situación increíble" que mereciera la pena fotografiar: "Todos los días me levantaba pensando en qué sitio nuevo podíamos explorar con la bola, ha sido genial ver las reacciones hacia una cosa tan absurda". En su análisis a través de la lente contempla como en zonas más rurales la reacción era muy diferente a la de la ciudad, donde parecía que "le giraban la cara", tal vez movidos por el asco.

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