Elche

Pablo Más: "La Festa cuenta cómo un pueblo convierte la tristeza de la muerte en la alegría de una fiesta"

Entrevista con el cineasta ilicitano sobre la película documental La Festa junto a Manuel Gutiérrez Aragón

  • El director Pablo Más Serrano, en Santa María -
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ELCHE. Además de la gran acogida en Elche por motivos obvios de ‘La Festa’, la película del cineasta Pablo Más Serrano (Alicante, 1976) junto al veterano director Manuel Gutiérrez Aragón, el filme fue una de las sensaciones en el Festival de Málaga por enfocar por primera vez el Misteri d’Elx desde otra perspectiva. De sus entresijos habla con Plaza.

- ¿Qué es La Festa?

- Es una película. Quien la vea que no espere ver el Misteri, aunque verá unos 35 minutos muy bien rodados. Es algo que me gusta que quede claro; no es la película del Misteri d’Elx. Pretende contar cómo todo un pueblo, sus vecinos, es capaz de convertir la tristeza de la muerte (de la Virgen) en la alegría de una fiesta. Así que es una película que habla, en el fondo, de la muerte.

Es una película que Aragón y yo decíamos que era “la película imposible”, porque es imposible de rodar: hay que estar allí con el calor, los abanicos… No se podía hacer. Pero hubo un momento que pensamos que podíamos hacer sobre todo aquello que no era la representación y que el cine permite que se vea: las tramoyas, el público, los actores antes y después de salir… Está todo muy hilvanado, como una poesía, pero es una película muy cinematográfica. Es una peli sin voz en off, sin narración. Ves el cementerio, el Domingo de Ramos, el papel artesano de las mujeres en la vida de las palmeras, y que tiene que ver con el Misteri, un instituto… —y compruebas que mucha gente de los institutos no lo conoce—.

También se habla de varias lenguas: del inglés, del castellano, del valenciano, como algo que nos interpela. Del Tajo-Segura, de la retirada de Serrat... Ese perfil de gente, que sale en secuencias independientes y luego coinciden en el Misteri. Había muchas cámaras en lugares diferentes para meterte en el público, siguiendo la palma de San Juan, y eso es lo que el cine te permite. Cosas que van más allá de la representación. Es La Festa.

- ¿Por qué este enfoque, esa otra cara de la representación?

Simplemente responde a cómo yo veo el Misteri. Lo veo desde pequeño, mis padres me lo contaron de una forma y la película te permite entrar en lugares insospechados. A cómo yo lo veo. Hubo una vez, cuando tenía 16-17, que viéndolo, en lugar de fijarme en la escena, empecé a mirar a la gente, y ese día me di cuenta de cómo la gente vivía eso. Y me pareció que había más emoción en el público que en la obra; es algo que trasciende la obra. Es el sentimiento de comunidad pero muy independiente, porque hay mucha gente que hace lo mismo sin conocerse, están unidos por algo.

Hay gente que no sabe que lo que hace es para el Misteri, por ejemplo cuando un palmerero recoge una palma, y al mismo tiempo es fundamental. Como cuando un profesor está explicando las tradiciones, al final refleja una sociedad. Una sociedad muy diversa que coincide en algo que debería haber desaparecido: esta gente (el pueblo de Elche), por medio de su festa, ha conseguido que permanezca, no por querer conservarlo ni que sea un Patrimonio de la Humanidad o por su valor artístico, sino de una forma atávica, lo hacen porque hay que hacerlo. Hay una bendita ‘ingenuidad’ que hace que la gente participe. Les preguntas y dicen que es importante pero no saben cómo aterrizar por qué.

- ¿Qué objetivos tiene la película? Hablando de los institutos… ¿nuevos públicos?

La hago porque veo que el Misteri está en un momento de cambio. No mira al pasado. La mayoría de documentales miran al pasado, a poner en valor la obra, y esta película tiene una cápsula del tiempo, una especie de nave del futuro. Está pensada para contar cómo es el Misteri de 2025, no como es ideal. Es como es. Por eso habla del papel de la mujer, de las lenguas... Pero claro, habrá nuevos públicos con más festivales y proyecciones, pero no se ha logrado pensando en una buena película, sino en algo relevante, muy bien hecho y que cuente el Misteri como nunca antes se había hecho, con el poder del primer plano y las capacidades técnicas.

La de Gudie Lawaetz de 1975 utilizó 5 cámaras, creo que 10 en la de Àpunt... y yo habré utilizado unas 15-16. Y cámaras muy buenas, de cine. Hay momentos que parece que estés dentro del cadafal. Decía Orson Welles que “un espectador de cine es como un espectador de teatro, pero con 1.000 entradas”. Nosotros lo hemos hecho con 15. Verlo donde no estás acostumbrado y seguirlo en diferentes momentos.

  • Junto a los tramoyistas en el montaje del cielo -

- ¿De qué te has encargado tú?

Del guión, producción y dirección, donde me ayudó Manuel Gutiérrez Aragón. Además cuando leyó el guión, dijo, “esto lo hacemos juntos”. Me ha dado muchos consejos, y me ha obligado a que dure una hora (risas): “No te vayas más”. Es una de sus grandes aportaciones, es muy pragmático. En el montaje no tiene mucho apego a los planos, aunque sea bonito, si no encaja, no encaja. Como montador he trabajado con gente que no quiere renunciar a sus planos bonitos. Ha sido para mí un honor trabajar con él.

- ¿Cómo ha sido trabajar con Manuel Gutiérrez Aragón?

- Recuerdo la serie del Quijote con Alfredo Landa, o Habla Mudita. Luego él fue profesor mío en la escuela de cine, yo trabajé con él en la segunda parte del Quijote, yo como meritorio y él director y al final 20 años después hacer una película juntos, con alguien que tiene su trayectoria… Imagina. Ya éramos casi amigos, ahora nos hemos hecho colegas.

- ¿Cómo ha sido entrar y trabajar con la Capella y la gente dentro del Misteri?

Pues es difícil de entrar, casi impenetrable. Es como muy corporativo. Ensayan tres días a la semana y estás detrás de ellos. He conseguido rodar 5-6 días con ellos hasta que se olvidaron de que estaba la cámara. Igual con los tramoyistas. Hay un momento después de tantos días que se olvidan de que está la cámara y es cuando sale la verdad. Tengo que agradecer la confianza de dejarme entrar y conseguir que ellos se comporten como son. Se exponen cuando viene alguien de fuera, yo no soy tanto porque me conocen, pero no soy de la Capella. Me han abierto las puertas y tratado como uno más, que era el objetivo, para que sean ellos quienes cuentan la historia. La gracia es que la cuenta el pueblo de Elche sin saberlo. Ha habido una confianza muy grande. El resultado les ha gustado mucho.

- Ya has hecho otros trabajos de documentación de La festa, ¿qué aporta este novedoso y qué ha supuesto para ti?

Todos los demás no dejan de ser documentales de hoy en día, muy reportaje, con gente hablando. Yo empecé muy básico con Los ángeles del Misteri, con los niños explicando. Cada una de las piezas que he ido haciendo, he ido subiendo el nivel porque la anterior ha sido bien acogida. También de la Venida de la virgen, para que al final una fiesta muy difícil de contar y de entender, así que está bien que vaya habiendo una enciclopedia con piezas cortas. Pero con esto quería hacer una película como tal, donde no hay un interlocutor, y sin que nadie explique nada, pero que se entienda. No vamos a entender todo, pero el espectador sí va a hilar qué ocurre en la escena.

- ¿Cuántos años han sido de trabajo?

- Tres años. Con el guión, alguno más. Pero de rodaje y postproducción, tres años.

- ¿Has descubierto algo nuevo del Misteri?

Me he dado cuenta que cosas que me contaron como la resurrección, que no se ve porque está en el escenario, la hemos grabado apelando a cómo mi padre me lo contó a mí para poder grabarlo. Es algo que nunca se ve, porque el Araceli se mete dentro del escenario, lo hemos contado como haciendo teatro desde dentro del teatro. La resurrección era de lo más costoso de grabar, y lo hemos solucionado con una metáfora que lo cuenta bonito, como me lo contaba mi padre. Y luego de la tramoya baja se había visto poco, eso lo tenemos. También el montaje del cielo, que apenas se había rodado.

- ¿Cuál es tu visión general, visto en perspectiva ahora, después de haberlo trabajado otras veces?

- La misma que la película. Tenemos que mirar al futuro, es una representación que nació en un pueblo que no era muy grande y que la veía cada año. Ahora el pueblo son 240.000 personas y lo pueden ver cada año unas 5.000. Pero si lo conviertes en un espectáculo varias veces al año a la vez deja de ser la fiesta del pueblo. Estamos en un proceso de cambio, que nos debe llevar a pensar muy bien qué queremos con el Misteri, cualquier cambio puede suponer mucho. Ya tiene diferencias que se pueden apreciar con otras cosas de 1978 o 2010. Hay diferencias de cómo somos los ilicitanos; varía como lo hace la sociedad, y lo hemos retratado así. Cómo pueda ser a partir del futuro es cosa de todos. De la política, de los cambios sociales, lingüísticos y que la gente piense a favor de la Festa y no en los intereses propios. Ese es el esfuerzo.  

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